La propuesta base que ayer hizo pública EA tiene elementos de mucho interés. Aunque determinados circunloquios expresan aún temores a hablar más claro -miedos que con el tiempo y el trabajo en común entre los distintos agentes políticos y sociales cabe esperar que vayan desapareciendo-, se hace una apuesta nítida no por la «unión de los abertzales» así en general, sino por una plataforma nítidamente independentista y de izquierda como apuesta estratégica, aunque pueda unirse a otros para llegar hasta Maltzaga. Es decir, no se trata sólo de reivindicar el derecho a decidir -que también-, sino de tener la voluntad de ejercerlo para alcanzar la independencia e intentar una transformación socioeconómica de Euskal Herria.

A estas alturas es preciso llamar la atención sobre el hecho de que hasta hace apenas unos meses EA estaba gobernando mano a mano con el PNV. Fue en noviembre de 2008 cuando dio el paso de concurrir en solitario a las elecciones autonómicas, vista la trayectoria de su socio jeltzale. Ahora es evidente que EA se está preparando para conformar una alianza de muy distinto signo a aquella y no exenta de riesgos. Un cambio de rumbo en absoluto sencillo, puesto que a nadie se le oculta el enconamiento que las peleas entre abertzales han tenido en este país y, muy concretamente, en algunas zonas determinadas.

También la izquierda abertzale está realizando su propia mudanza en lo referente a la búsqueda «de nuevas estrategias, nuevas políticas de alianzas y nuevos instrumentos».

Ambas ciabogas parecen llevar tanto a EA como a la izquierda abertzale a encontrarse en la apuesta común por un proceso político pacífico y democrático, y con objetivos claros y bien definidos. El encuentro no será sencillo, pero no están los tiempos ni para «actitudes pusilánimes» ni para esperar «cegados por los dogmas» que los otros se hagan de los nuestros. Y si dos pueden caminar juntos, será más fácil ir sumando nuevos socios políticos, sociales y sindicales.