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Fede de los Ríos

El deporte y la Iglesia nos curarán, nos harán españoles

En lo del aborto aún andan las mujeres explicando que son partidarias de que en sus ovarios no entre nada que ellas no quieran y mucho menos los rosarios de sus santidades

Por fin los esfuerzos del Gobierno Vasco están siendo dedicados a las necesidades reales de la población y no a artificiales problemas identitarios, como ya prometió en campaña nuestro inefable Patxi (o Pachi, no sé, que me perdone D. Francisco). Gracias a socios (PP), al fin podremos disfrutar viendo jugar a la selección española en alguno de nuestros campos (no contra la Euskal Selekzioa, entiéndase). La vuelta a España contará con una etapa desarrollada dentro de las tres provincias españolas, antaño traidoras y hoy recuperadas para la democracia. Cosas, todas ellas, nada identitarias y de gran contenido social. Y junto al contenido social que se acerca a estas tierras tan maltratadas por el nacionalismo (vasco y excluyente, por supuesto, el bueno no es propiamente nacionalismo, es internacionalismo incluyente que practican los cosmopolitas aunque el retorcido de Lenin lo denominase imperialismo) y tan castigadas por el terrorismo (no me refiero al del Estado, GAL, Tripe A, BVE, etc.) reitero, que junto a la cosa social, además, gracias a la Iglesia católica, entre sus habitantes se va a extender una verdadera ética que saque a este pueblo de la crisis de valores que el coqueteo con el laicismo ha producido.

Si a Nafarroa mandaron, con terrible acierto, un obispo castrense; a Gipuzkoa, con no menor tino, el que les ha venido será un gran dinamizador, tanto espiritual como social, en la cruzada de lograr que las Vascongadas se normalicen y aprendan a ser como Toledo, donde se formó el nuevo obispo, José Ignacio Munilla. Y es que Toledo en la cosa católica espiritual ha dado mucho, por eso allí eligió José Ignacio su seminario. Le formaron Hombres santos como el cardenal Marcelo González Martín, Don Marcelo como le llamaban el resto de obispos, admirado por José Bono, fue quien ofició el funeral del Caudillo y promovió la beatificación de los mártires de la Cruzada (la del 36, por supuesto, en las anteriores aún no era nato). Como buen católico se opuso a una constitución que traería el divorcio, el aborto, el relativismo moral y la desmembración de España (aquí al Don se le fue un poquito la hoya. Me abstendré de fáciles rimas). En lo del aborto aún andan las mujeres explicando que son partidarias de que en sus ovarios no entre nada que ellas no quieran y mucho menos los rosarios de sus santidades. Unos dicen que los Obispos no entienden, otros que sí, que mucho, pero que no lo asumen y les causa horror. Yo no sé qué pensar.

El que puede ser de gran ayuda para las Vascongadas, Nafarroa y, en definitiva, el conjunto de la España indivisible es el simpático Manuel Pizarro. Aquél que iba para ministro de Economía si ganaba el PP y que se llevó 13 millones de euros cuando se fue de Endesa. Bien podría ficharlo López como consejero de Economía. Este viernes declaraba necesario el apartarnos del «relativismo moral y político» y «hacer las cosas como Dios manda»; dijo que «no hacen falta prácticas de buen Gobierno», «basta con seguir los Mandamientos de Dios para salir de la crisis».

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