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¿Quién dijo que veinte años no es nada?

Asier AIESTARAN

El Campeonato del Cuatro y Medio está a punto de llegar a su final. El escenario será el Atano donostiarra y los protagonistas Martínez de Irujo y Gonzalez. Queda claro que ritmo, fuerza y velocidad no le faltarán a la última gran final del año. Será el punto final a una edición en la que la competición de la jaula ha cumplido 20 años desde que se pusiera otra vez en marcha. Una efeméride que ha servido para echar la vista atrás, consultar la hemeroteca y darse cuenta de la evolución que ha tenido durante esos cuatro lustros.

Con el impulso de ETB, el Campeonato del Cuatro y Medio se retomó en 1989 con cuatro pelotaris en liza: Retegi II, Galarza III, Tolosa y Alustiza. La txapela fue para el genio de Eratsun, que le hizo 22 tantos consecutivos a Joxean Tolosa en la semifinal y que venció a Ladis Galarza 22-6 en una final jugada un viernes por la noche en Anoeta ante apenas 200 espectadores. La butaca de cancha costaba 2.500 pesetas.

Veinte años después, el Cuatro y Medio se ha convertido en uno de los campeonatos referenciales de la temporada pelotazale que concita entre los aficionados, como mínimo, tanto interés como el Parejas o el Manomanista. Aquellas pobres entradas del 89 contrastan con los llenazos que se han vivido en el Labrit y en el Astelena estas dos últimas semanas, y la que se vivirá dentro de 15 días en la gran final. Con la diferencia añadida de que en esta ocasión la butaca de cancha del recinto donostiarra costará 120 euros.

La entrada por sorpresa en la liguilla de Julen Retegi, los recursos que ha vuelto a demostrar Titín, el hecho de que Gonzalez vaya a jugar su primera gran final después de una larga carrera como profesional, y el carisma que siempre acompaña a un Martínez de Irujo espléndido han aumentado la atención mediática en las semifinales de la jaula. Y aunque son muchos los que ven tendencias preocupantes en el mundo de la pelota de cara al futuro, es de agradecer que una especialidad haya crecido tanto y tan bien en tan poco tiempo. Por una vez, le vamos a quitar la razón a Gardel.

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