Las potencias elevan la presión sobre Irán con la condena de la AIEA
La AIEA condenó ayer por amplia mayoría a Irán por su programa nuclear, abriendo así la vía a que el Consejo de Seguridad de la ONU apruebe eventuales nuevas sanciones contra la República Islámica. Las seis grandes potencias mundiales, impulsoras de la iniciativa, aumentaron así su presión sobre Teherán y le dieron un toque de atención por la construcción no declarada de una nueva planta de enriquecimiento de uranio en el noroeste del país.
GARA
La Junta de Gobernadores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) condenó ayer a Irán, por primera vez desde 2006, por su polémico programa nuclear y su falta de cooperación, según el organismo de Naciones Unidas, en la investigación de sus actividades atómicas.
Con 25 votos a favor, tres en contra (Cuba, Venezuela y Malasia) y seis abstenciones (Afganistán, Brasil, Egipto, Pakistán, Sudáfrica y Turquía), además de la ausencia de Azerbaiyán, EEUU, Rusia, China, Gran Bretaña, Estado francés y Alemania, impulsoras de la iniciativa, dieron un toque de atención a Teherán, sobre todo por la construcción, no declarada hasta hace dos meses, de una nueva planta de enriquecimiento de uranio en Fordoo, cerca de Qom, cuya «inmediata suspensión» exigieron.
El hecho de que Irán no informara a tiempo a la AIEA de la existencia de esa planta «reduce el nivel de confianza sobre la ausencia de otras instalaciones» y crea dudas sobre si «existen otras instalaciones nucleares en Irán que no han sido declaradas», advierte la resolución.
El documento, elaborado por Alemania en coordinación con las cinco potencias con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, será enviada a ese órgano de la ONU, que podría adoptar nuevas sanciones contra Teherán.
Al Consejo de Seguridad
La resolución de la AIEA exige que Irán informe acerca de los objetivos de la planta de Fordoo y de su calendario de realización y que «confirme» que «no adoptó ninguna decisión respecto a la construcción o la autorización de ninguna instalación nuclear que no haya sido señalada a la AIEA».
En setiembre de 2008, Irán había dado garantías similares, pero un año después, ante la evidencia de fotos satelitales de los servicios estadounidenses, tuvo que reconocer la construcción del sitio de Fordoo.
El malestar responde a que muchos expertos consideran que el tamaño de esa planta, que está previsto entre en funcionamiento en 2011, no se corresponde a un programa nuclear civil.
Israel y EEUU se felicitaron por la condena, mientras que Moscú instó a Teherán a «tomar en serio la señal contenida en la resolución». El Estado francés, por su parte, espera «medidas concretas» tras esta advertencia.
En nombre de los Seis, el embajador alemán Rudiger Ludeking exhortó a los diplomáticos iraníes a «aceptar la mano tendida». Según Glyn Davis, embajador de EEUU ante la AIEA, el documento «no tiene una intención punitiva» y aspira a dar «mayor ímpetu a la vía diplomática», aunque advirtió de que «la paciencia de la comunidad internacional con Irán se está acabando».
En parecidos términos se expresó el ministro británico de Exteriores, Dabid Miliband, quien dijo que «la resolución envía la señal más fuerte posible» para inducir a Irán a cumplir sus obligaciones.
El embajador iraní ante la AIEA, Ali Asghar Soltanieh, señaló que en respuesta a la resolución, su país eliminará cualquier cooperación voluntaria con los inspectores de la ONU que vaya más allá de sus obligaciones legales, aunque aseguró que no se retirará del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP).
Soltanieh anunció que la resolución «no detendrá» el programa nuclear de Irán y que su Gobierno «no aplicará» el contenido de este documento, ya que, según denunció, se trata de una «resolución política».
Para las seis grandes potencias, su iniciativa pretende aclarar el alcance del programa nuclear iraní, que Irán insiste en que es meramente civil, aunque las impulsoras de la resolución sospechan de sus objetivos militares.
El apoyo a la resolución de China y Rusia, hasta el momento reticentes a condenar a Irán, fue interpretado como un signo de la frustración creciente de la comunidad internacional frente a Teherán.
La nueva resolución condenatoria de la AIEA no es más que «un intento inútil por incrementar la presión sobre Irán», afirmó ayer el portavoz del Ministerio iraní de Asuntos Exteriores, Ramin Mehmanparast.
«La resolución de la Junta de Gobernadores, aprobada contra el programa pacífico de nuestro país pese a la oposición de los países del Movimiento de los No Alineados, es sólo un gesto teatral, de cara a la galería», aseguró. «Su meta es incrementar la presión sobre la República Islámica. Pero ése es un objetivo inútil», agregó Mehmanparast.
«Si los derechos fundamentales de Irán, como signatario del Tratado de No Proliferación Nuclear, no se respetan en el marco de la AIEA, no veremos razón alguna para aplicar los acuerdos adicionales», alertó.
Insistió, asimismo, en que las inspecciones no «han demostrado que el programa nuclear iraní se haya desviado hacia objetivos bélicos».
Este último enfrentamiento se produce mientras la AIEA espera una respuesta iraní a su propuesta de trasladar al exterior para su procesamiento gran parte del uranio enriquecido en Irán. Teherán no ha contestado de forma oficial a la propuesta y ha hecho una contraoferta, ya rechazada, de hacer un intercambio simultáneo de uranio por combustible. GARA