Crónica | Marcha por los servicios sociales
«¿No hay nadie que contrate inmigrantes por dos duros?»
La pregunta que encabeza esta crónica se hizo ayer en el contexto de una divertida parodia, pero sirve para ilustrar el modelo imperante en la adjudicación y la oferta de servicios sociales en este país. Un modelo que, según apuntaron desde LAB, puede y debe cambiar, y cuyos promotores tienen ahora «un gran problema».
Iker BIZKARGUENAGA
Tienen un problema porque, como explicó Arantxa Vázquez, responsable del sector sociocomunitario del sindicato abertzale, «le hemos tomado el pulso a la situación, ya no nos callamos y decimos las verdades; ahora nos tenéis enfrente».
Tras pasar por numerosas localidades de Euskal Herria, la plaza de Correos de Gasteiz acogió ayer a mediodía el acto final de la marcha por unos servicios sociales de calidad que LAB inició el pasado día 3 de este mes. Antes de celebrarse el acto, unas doscientas personas participaron en una manifestación que desde la plaza Bilbao recorrió las calles más céntricas de la capital alavesa. Los manifestantes portaron varias pancartas, en las que se podían leer lemas como «Kalitateko zerbitzu soziokomunitarioak»y «Sector feminizado=sector precarizado», y que pedían también unas condiciones laborales dignas en este sector, en el que las mujeres constituyen una gran mayoría.
El que menos dé, se lo lleva
Antes de la intervención de Arantxa Vázquez y de la secretaria de la Federación de Servicios Públicos de LAB, Arantxi Sarasola, varios miembros del sindicato escenificaron el modo en que las administraciones mercadean con unos servicios que son básicos y cómo algunas empresas se lucran con ellos.
Entre sonrisas y algún abucheo -al personaje, no al actor-, un responsable institucional y un cargo de la administración se dedicaron a subastar al mejor postor las contratas de servicios asistenciales, residencias para la tercera edad, residencias -«pequeñas cárceles» admitió sin querer el «funcionario»- para menores, contratas de limpieza... «Es fácil, el que menos dé, se lleva el negocio», resumió el diligente subastador, que vestido para la ocasión, iba cumpliendo las órdenes de su superior. Como hizo cuando después de adjudicar las residencias de la tercera edad a una empresa que había hecho la mejor oferta -siempre según los criterios antes descritos-, éste le mandó retirarle la contrata y dársela a su cuñado, «y punto». «Es importante mantener los negocios familiares», asintió el subastador. También le instó a «ahorrar unos durillos» en las contratas de limpieza para instalar un minigolf en su oficina.
«Si contratamos a profesionales empiezan con las chorradas de la salud laboral y esas cosas», y «necesito alguien que construya un baserri apartado en el monte, con grandes vallas y unos cuantos agentes de seguridad, no educadores ni monitores, que no se los merecen», fueron otras de las perlas que se pudieron oír en la subasta.
Acabada la parodia, Arantxi Sarasola se acercó al estrado para, en primer lugar, felicitar a los delegados y delegadas de LAB que durante tres semanas han sacado a las calles, con muy diferentes formatos, las reivindicaciones de las trabajadoras y trabajadores del sector. «Felicidades por denunciar la situación de precariedad laboral y también por entrar en el problema de fondo, el modelo de servicios sociales», se dirigió Sarasola a los compañeros y compañeras presentes, aplaudiendo que se hayan convertido «en sujeto que clama por un verdadero cambio social».
Tras hacer extensible la felicitación a los agentes y personas que se han sumado a la movilización en estas tres semanas, valoró que el actual modelo de servicios sociales, «insuficiente, no equitativo y basado en la explotación laboral», no es el único posible, «como nos quieren hacer creer», e hizo un llamamiento a unir fuerzas para cambiarlo. Sarasola también se dirigió a las instituciones para decirles que «ya no vale dar la espalda a las necesidades sociales», y Arantxa Vázquez interpeló después a la patronal, a la que acusó de lucrarse «a costa de las necesidades más básicas» y «explotando a las trabajadoras».
Pero, como insistieron, «ya no nos callamos». Ahora les tienen enfrente, para que no se subaste nunca más ningún servicio básico. Ni en broma.