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Rouco no acudirá a apoyar a Munilla y Uriarte alza la voz por primera vez

El presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco, no estará en Donostia el 9 de enero para respaldar al polémico nuevo obispo, Ignacio Munilla, al que ha designado y cuya elección no piensa reconsiderar pese a la inusitada crítica pública del 77% de los párrocos del herrialde. El todavía obispo, Juan María Uriarte, ha roto su silencio para expresar su preocupación por la fractura producida.

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Tras la fractura abierta en el clero y los católicos guipuzcoanos por el nombramiento de José Ignacio Munilla, todas las miradas están puestas ahora en el 9 de enero. Ese domingo se producirá la toma de posesión del nuevo obispo, y en estos días se han producido dos tomas de posición significativas. Por un lado, la de su impulsor, el polémico presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco, que ha declinado acudir a Donostia a respaldar a Munilla con su presencia. Por otro, la del relevado, Juan María Uriarte, que admite que la designación ha abierto «una herida» imprecedible.

Entrevistado en ``Abc'', el cardenal Rouco habló por primera vez del nuevo prelado, cuestionado por su perfil marcadamente españolista y retrógrado, así como por algunos incidentes producidos en su estancia anterior en Zumarraga. «Es un buen obispo -dijo Rouco Varela-. Pertenece al episcopado español desde hace algunos años como obispo de Palencia. Una persona que a todos nos ha ofrecido un testimonio de vida sacerdotal lleno de celo y de amor a Cristo, de entrega a los demás y con una gran sensibilidad para el apostolado juvenil. Cuenta además con unas cualidades humanas excelentes de comunicación, de simpatía, de servicio pastoral a todos».

Sin embargo, el presidente de la Conferencia Episcopal Española dejará solo a Munilla en su estreno en Gipuzkoa. «El acto coincide con la apertura del Año Santo de la Cruz de Caravaca, la cual me comprometí a presidir mucho antes», argumentó. «De todos modos, estaré espiritualmente y con la oración. Igualmente irán algunos de los obispos auxiliares de Madrid y una gran representación de obispos del resto de España», añadió el cardenal.

«No se puede machacar»

Mientras tanto, el todavía obispo de Donostia, Juan María Uriarte, admitió en una entrevista a ETB que «es tiempo de sufrimiento para la comunidad cristiana de Gipuzkoa, para su presbiterio, para el obispo que sale y para el obispo que entra», ya que reconoció que se ha producido «una herida».

La declaración resulta significativa toda vez que en el primer momento Uriarte hizo una declaración -entregada en vídeo a los periodistas- en la que remarcaba la legitimidad de Munilla al haber sido elegido por el Papa. «Así lo reconoceré públicamente y así os pido lo reconozcáis todos los presbíteros, religiosos y laicos de Gipuzkoa», manifestó en la misma.

Anteayer, por contra, Uriarte lamentó que en cuanto supo de la designación de Munilla pensó que habría «remolinos interiores», y dijo que ese tipo de fenómenos «tampoco se pueden ni machacar con la coacción ni controlar como uno quisiera».

De cara al futuro, consideró que resulta indispensable recuperar la unidad, porque sin ella la Iglesia no tiene sentido. Pero situó la pelota en el tejado de José Ignacio Munilla al manifestar que «es muy importante» comprobar «cómo se va a situar en el futuro este obispo ante esta comunidad».

Uriarte se declara «esperanzado» con la situación política

Juan María Uriarte fue preguntado también en ETB por la situación política y la perspectiva de avances hacia la solución al conflicto, en un contexto marcado por la iniciativa de la izquierda abertzale. Aseguró que más que optimista se encuentra «esperanzado», pero que no tiene información directa de primera mano.

El prelado guipuzcoano aseguró que volvería a intermediar con ETA en la búsqueda de la solución, como ya hizo en 1999 en las conversaciones promovidas por el Gobierno español de José María Aznar, tanto con la organización armada en conversaciones en Suiza como con Herri Batasuna en una reunión en Burgos. Esta implicación le generó posteriormente muchas críticas en el Estado español.

Como conclusión, una década después de aquel intento frustrado Uriarte constató que «un proceso de éstos puede descarrilar fácilmente cuando se interfieren ideologías muy compactas, maximalismos, desconfianzas e intransigencias».

Apuntó que en esas situaciones «es preciso ser muy prudente y llevar las cosas por la vía discreta».

Para el prelado, es necesario que acabe «la pesadilla de ETA» y que la sociedad «encuentre fórmulas para vivir de manera consensuada y unida» a través de consensos políticos. Como tercera pata imprescindible citó la necesidad de la reconciliación, que se debería basar en la justicia.

En su adiós, el obispo se muestra dolido por las acusaciones de «cercanía a ETA» que han seguido a cada una de sus afirmaciones sobre la injusticia de la política carcelaria. Resalta que las hizo «por humanismo» y ve injustas esas imputaciones. GARA

polémica

Sectores de la Iglesia española reclaman a Rouco un apoyo más expreso a Munilla, pero el cardenal opta por abordar la cuestión con naturalidad y obviar las críticas en la mayor medida posible.

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