Los ecos de la invasión soviética de Afganistán resuenan 30 años después
Poco tienen que celebrar los rusos en el 30 aniversario de la invasión soviética de Afganistán pero los veteranos que lucharon en esa guerra no olvidan sus lecciones. La principal, que es imposible vencer a una resistencia popular de carácter nacional como los talibán y sus aliados. El mensaje no puede sonar más actual, ahora que la Administración Obama ha decidido seguir optando por una vía militar a la que el ex general Ruslan Aushev no da más de año y medio.
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La invasión soviética de Afganistán, operación bélica conocida como el «Vietnam ruso», ya que contribuyó en gran medida a la caída de la URSS, cumplió ayer 30 años entre el olvido oficial y las advertencias de los veteranos que lucharon entonces de que es imposible vencer en el cenagal afgano a con sus protagonistas sumidos en el más profundo olvido.
Ruslan Aushev, general del Ejército Rojo condecorado por su participación en aquella guerra (1979-89) y que luego se convertiría en presidente de Ingushetia, vaticinaba ayer que el Ejército estadounidense y sus aliados «abandonarán Afganistán en año y medio. Los talibán ganarán y asumirán el poder».
«Los talibán no son un ejército, son partisanos. Nadie ha ganado una guerra contra partisanos. Es una misión militar imposible de cumplir. Luchar contra el pueblo no tiene futuro», insiste tajante Aushev, quien se ganó justa fama al defender a la población chechena frente a Moscú en las dos últimas guerras caucásicas.
No sólo el líder ingush tiene claro que la solución militar no sirve en Afganistán. El coronel Lev Korolkov, ex agente de la Inteligencia soviética en Afganistán, coincidía en recordar ayer que «treinta años después, ahora es Occidente el está involucrado en el conflicto, con su inmenso potencial militar y económico». «Los norteamericanos y sus aliados llevan mucho tiempo combatiendo, pero no se ha solucionado ni un solo problema», señaló.
Y es que Korolkov también conoció de primera mano lo imbricado del escenario afgano. «A pesar de todo, cuando llegó la hora de la retirada las tropas aún estaban preparadas para combatir. No solucionamos el problema, pero no podíamos. Era imposible», añadió en declaraciones al canal en inglés «Russia Today». Y eso que, como sentencia el propio coronel, las consecuencias de la intervención soviética en Afganistán fueron «fatales», hasta el punto de que muchos historiadores coinciden en apuntar que propició el desplome de la URSS, sin olvidar que fue el detonante del surgimiento del islamismo armado y de líderes como Bin Laden, sostenidos financieramente por EEUU.
Tan es así que la retirada soviética de Afganistán sigue siendo un tema tabú y, como señala el general Aushev, los 620.000 soldados que combatieron durante una década a los muyahidín siguen sufriendo una marginación total.
Tanto Aushev como el actual gobernador de la región de Moscú, el general Boris Gromov, coinciden en señalar que la guerra fue un error pero lo imputan a una campaña desde Washington de sabotaje del entonces gobierno comunista afgano, lo que habría obligado a un renuente Moscú a enviar las tropas a la ratonera afgana.
La resistencia talibán hizo publico ayer un vídeo en el que el soldado Bowe Bergdahl, capturado en el este afgano el pasado verano, se muestra crítico con la invasión estadounidense y asegura que la guerra en Afganistán será «el próximo Vietnam».
«Ahora es simplemente Afganistán, la próxima guerra para que nosotros caigamos en ella», señala el soldado, quien insiste en que Afganistán se convertirá en «el próximo Vietnam a menos que el pueblo americano se levante y pare todo este sinsentido», para añadir que EEUU no está combatiendo a un «pequeño grupo terrorista desorganizado» en Afganistán, sino a un «Ejército organizado».
Durante la grabación, el soldado precisa que llegó a Afganistán en mayo de este año y fue destacado a la provincia oriental de Paktika. Asegura que está siendo tratado «como un ser humano», mientras el vídeo ofrece imágenes de las torturas que soldados estadounidenses infligieron a prisioneros en la cárcel iraquí de Abu Ghraib en 2004.
La comandancia de la Fuerza Internacional de Asistencia a la seguridad, bajo mando de la OTAN, calificó de «acto horrible» la difusión del vídeo y aseguró que el militar estadounidense fue forzado a leer la declaración. GARA