Una mirada al movimiento moderno
Una característica del Movimiento Moderno de la Arquitectura, además de su heterogeneidad y racionalismo, es lo poco que se conoce. Y no es por falta de ejemplos, como demuestran la basílica de Arantzazu y el Club Naútico de Donostia. La exposición que recorrerá las cuatro sedes del Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro servirá para definir el movimiento y acercar su historia al público.
Itziar AMESTOY | GASTEIZ
El Movimiento Moderno en la arquitectura no es muy conocido entre el gran público. A pesar de que no son pocos los edificios que siguen siendo un testimonio de aquella fase de la arquitectura, no siempre se relacionan con el movimiento. Una exposición itinerante permite ahora unir y enmarcar los edificios, aunque la «heterogeneidad» es una de las características que David Sánchez, uno de los responsables de la muestra «Registro de equipamientos de la Fundación Docomomo Ibérico en el País Vasco y Navarra», atribuye al movimiento.
La inauguración que tuvo lugar ayer en la sede de exposiciones de la Delegación de Nafarroa de Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro (COAVN) en Iruñea reunió también a los otros dos autores, que junto Sánchez, han realizado la exposición: los también arquitectos Jesús Martín Ruiz y Gabriel Ruiz. Junto a ellos también han hecho posible la muestra la doctora en Historia del Arte Ana Azpiri y el arquitecto José Miguel Martínez. En ella se puede ver una selección de los edificios más característicos en Euskal Herria del Movimiento Moderno que pertenecen a la categoría de arquitectura equipamental, es decir, la que alberga servicios terciarios, instituciones públicas y equipamiento en general. Antes de partir hacia las otras capitales de Hego Euskal Herria permanecerá en Nafarroa hasta el 10 de febrero. En lo que a la presentación respecta, la muestra está compuesta por 22 paneles con información gráfica de los edificios. Como complemento, además, hay una pantalla de gran formato, donde se podrán ver una amplia variedad de fotografías de estos lugares.
Para tener una idea aproximada de cuáles son las tendencias del movimiento se puede echar una vista rápida a los edificios seleccionados. De Nafarroa destaca el Casino Eslava, que Victor Eusa diseñó en 1931. En Donostia la muestra más representativa es el Club Naútico; en Bilbo, el colegio Luis Briñas o, en Gasteiz, las iglesias de Los Ángeles y La Coronación. Otro lugar emblemático, cuya arquitectura también pertenece a la misma corriente, es la basílica de Arantzazu. Los ejemplos que se pueden ver en la muestra son, sin embargo, muchos más. El club de Golf de «El Ulzama» y el club Klinker de Olazagutia (de Fernando Redón y Javier Guibert), el Herri Antzokia de Ordizia (Domingo Unanue), la Estación Goya de Gasteiz (José Luis López de Uralde y Fernando Alonso) o el frontón Jai Alai de Gernika son algunos edificios que quizás sorprendan al visitante por no haber sabido en qué corriente arquitectónica enmarcarlos.
Como explica David Sánchez, esta iniciativa está encaminada a la divulgación. «Aunque se hace en el colegio de arquitectos, está abierta al público en general y es accesible a cualquier persona un poco interesada en la arquitectura y la defensa del patrimonio». Los objetivos se puede resumir en tres. El primero, y más visible, es difundir las obras del movimiento, pero con ello también quieren mostrar el trabajo de registro de estas obras y, en consecuencia, la labor de fundación Docomomo, que lleva a cabo un proyecto a nivel mundial de documentación y conservación de este movimiento.
Los edificios que se engloban bajo esta denominación fueron construidos entre 1925 y 1965. La llegada de este movimiento a Euskal Herria coincidió con la de Madrid y Barcelona gracias a un reducido grupo de arquitectos, al frente del cual se puede situar al donostiarra José Manuel Aizpurúa. Dentro del Grupo Norte de GATEPAC también se podía encontrar a José Luis Labayen, Luis Vallejo, Juan de Madariaga y Joaquín Zarranz. Además de difundir la nueva arquitectura, tuvieron una participación muy activa. Fruto de este grupo son tanto el emblemático Club Naútico, en el que intervinieron Aizpurúa y Labayen, como el Club Larraina de Iruñea de Zarranz, que se derribó poco después de ser construido en 1933. Por otro lado, sin un compromiso tan radical y con un enfoque más estilístico, estuvieron Pedro Izpízua, Victor Eusa, Domingo Unanue o Juan López de Uralde.
La labor arquitectónica, sobre todo la del Grupo Norte, se vio cortada de raíz con la Guerra del 36, que trajo el fusilamiento de Aizpurúa y el exilio de Madariaga. Estas consecuencias hicieron que el movimiento se quedará huérfano, en cierta forma. Pero el corte fue más allá de este colectivo, ya que supuso una regresión generalizada de la arquitectura. Después de una crisis, influencia por la situación económica de la posguerra, este estilo volvió a resurgir con edificios como la basílica de Arantzazu, obra de Francisco Javier Sanz de Oiza y Luis Laorga. Posteriormente el estilo internacional se vio algo arrinconado en los años 50 al área metropolitana de Donostia y Bilbo, mientras que la década siguiente se desarrolló y su influencia llegó también a Gasteiz e Iruñea.
Al englobar un periodo tan largo y debido a la su heterogeneidad, resulta difícil de clasificar. «Surge en los años 30 con la intención de establecer un mundo nuevo a través de la cultura», según explica Sánchez. La arquitectura había estado hasta entonces muy sometida a los dictados de las Bellas Artes y en ese momento se vuelca con un estilo más abierto y limpio, que busca «disfrutar del sol, del aire». En consecuencia, al principio arremeten contra la decoración y los excesos del modernismo y defienden la limpieza, las líneas rectas. En esa corriente de racionalismo, de arquitectura ligada a una filosofía positivista, en los 40 y 50 llegan nuevos aires que derivan en un movimiento muy heterogéneo. Cualidad que cualquier visitante a la exposición podrá descubrir. La iniciativa tiene como objetivo mostrar la implantación que tuvo en Euskal Herria, aunque David Sánchez explica que fueron otros lugares, como el Estado francés y Alemania, donde este movimiento tuvo mayor protagonismo.
Además de ser una corriente poco conocida, Sánchez incluso apunta que muchos edificios están denostados, por la mala forma de envejecer que han tenido o por tener recuperaciones que no han respetado su naturaleza. En este punto es donde la Fundación Docomomo (Do.co.mo.mo es la sigla de Documentation and Conservation of buildings, sites and neighbourhoods of the Modern Movement) cumple su función. Tiene una organización a escala mundial, con una delegación en Barcelona. Creada en 1990, su objetivo es precisamente inventariar, divulgar y proteger este patrimonio. Para contar con un registro general de cada zona cuenta con la colaboración de los colegios de arquitectos. La exposición es por tanto uno de los frutos del trabajo conjunto entre la fundación y el COAVN. Este registro recoge la arquitectura del periodo 1925- 1965 y se hace por sectores. «En años anteriores se han realizado los registros de industria y el residencial y en el año 2008 el de la arquitectura equipamental», resume Sánchez. La fundación ha publicado los registros anteriores, los de residencias e industrias, y ahora prepara el de equipamientos, que es, a su vez, el que se puede ver en la exposición.
La exposición «Registro de equipamientos de la Fundación Docomomo Ibérico en el País Vasco y Navarra» es uno de los resultados del trabajo que la delegación del Colegio de Arquitectos de Hego Euskal Herria. Ahora se puede visitar en su sede de Nafarroa, donde permanecerá hasta el próximo 10 de febrero. Pero para conseguir una mayor divulgación, esta exposición recorrerá el resto de capitales de la zona. Todas ellas se harán en las delegaciones del colegio en cada herrialde. La siguiente será Bilbo que abrirá el 11 de febrero y se alargará hasta el 14 de abril. Posteriormente le llegará el turno a Gasteiz, entre el 15 abril a 12 de mayo. Donostia será la última parada de esta muestra itinerante, que se alargará del 13 de mayo al 10 de junio. Independientemente de su ubicación la exposición habla de edificios de los cuatro territorios, entre los que hay cuatro de Nafarroa y Araba, cinco de Bizkaia y otros tantos de Gipuzkoa. Cada visitante podrá descubrir, por tanto, ejemplos cercanos que igual no sabía clasificar arquitectónicamente.