Nacida para ser donante
«La decisión de Anne»
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
A los que no les guste el melodrama lacrimógeno es mejor que se abstengan de ver «La decisión de Anne», porque es de esas películas a la vieja usanza para sacar el pañuelo y no parar de llorar. Es un producto que sabe muy bien a qué tipo de público va dirigido, gracias a lo cual está consiguiendo unas estupendas recaudaciones.
Nick Cassavetes es la constatación del cambio generacional, porque todo lo que tenía su padre de arriesgado él lo tiene de conservador y pragmático. Y como quiera que en la taquilla le fue bien con el edulcorado melodrama «El diario de Noa» vuelve sobre el género, después de no conseguir igual repercusión en otros registros más duros.
Llantos aparte, «La decisión de Anne» toca temas científicos y morales de plena actualidad, partiendo de la investigación con células madre. Presenta el caso de una «niña-medicamento», concebida con una serie de alteraciones genéticas para servir de donante a su hermana, enferma de leucemia. Pero la pequeña, interpretada por la gran actriz infantil Abigail Breslin, presenta una demanda contra sus padres, cansada de que experimenten con ella. De ahí surge el alegato contra la manipulación biológica de las personas y la defensa de la libertad para decidir sobre el propio destino, con o sin enfermedades.