David Twohy es un guionista y realizador experimentado que se supone que conoce los trucos de un trhiller de suspense, aunque en su carrera se alternan éxitos y fracasos a partes iguales. Tampoco los espectadores de «Una escapada perfecta» se ponen de acuerdo, divididos entre aquellos que afirman sentirse sorprendidos con el inesperado giro final del argumento, y los que, listillos ellos, presumen de haberlo visto venir de lejos. Ambas reacciones son opuestas como perfectamente lógicas, puesto que todo depende de la disposición con que uno entre al cine. Están los que se dejan llevar por las trampas del guión y las admiten de buen grado con tal de pasar una hora y media entretenida, mientras que en el bando contrario se posicionan aquellos otros que se lo toman como una competición y van a descubrir cualquier incoherencia o gazapo.

El grado de excepticismo puede ir aún más lejos, sin que falten los que no se creen que la película esté rodada íntegramente en Hawai, llegando hasta reconocer localizaciones de Puerto Rico. Francamente, este aspecto concreto lo considero irrelevante, porque para el caso sirve cualquier lugar aparentemente virgen donde se puedan practicar los deportes de riesgo y aventura. Se trata de acertar cuál de las jóvenes y atractivas parejas perdidas en la maleza es la que comete los asesinatos de rigor, sin entrar en otras consideraciones para evitar el tedio.