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Alvaro Reizabal | Abogado

Los derechos de los presos

De un tiempo a esta parte, en Euskal Herria, lo que no prohíbe el departamento de Ares lo veda la Audiencia Nacional. Es el privilegio del doble filtro que tenemos los vascos

Por caprichos del calendario no me asomaba a esta página desde mediados de diciembre del año pasado. Una eternidad. Quiso la fortuna que los viernes coincidieran con los días de Navidad y Año Nuevo, de los pocos del año en que no se publican periódicos. Así que me encontré con un inesperado asueto que, dicho sea de paso, no viene nada mal por estas fechas. Además es costumbre que en esas «entrañables fiestas navideñas» se paren hasta las guerras, como en los chistes de Gila, si bien hay que reconocer que es una tradición que se va perdiendo poco a poco.

Pero todos los fastos pasaron, hemos arruinado nuestro capital de gula, fiestas y puentes, y ya sólo queda la esperanza de San Sebastián, y eso solamente para algunos privilegiados, entre los que afortunadamente me encuentro. Así que ya estamos de nuevo a la tarea y hasta gozosos, que el otro día una dilecta lectora me dijo, al bajar del autobús, que echaba de menos mis misivas quincenales.

Al volver, uno se da cuenta de la enorme cantidad de días festivos establecidos por el sistema para conmemorar el nacimiento de Jesús que, unidos a los que celebran su cruel martirio y crucifixión, hacen pensar que, de no haber existido este sujeto, nos pasaríamos la vida trabajando sin parar, en una eterna y agotadora huelga a la japonesa. Quizá por eso le dirán «El Salvador».

El nuevo año se inició con la manifestación de Bilbo a favor de los derechos de los presos, acontecimiento que da para más de una reflexión. Porque, aunque al final se celebró y pudimos desfilar por las calles del Botxo, lo cierto es que durante horas estuvo prohibida por orden de la Audiencia Nacional que, a petición de un activo grupúsculo, así lo decidió. Ciertamente, no se entiende nada, porque la competencia para regular el derecho de reunión no es de la AN, sino de Interior del Gobierno Vasco, y sus resoluciones recurribles ante el TSJPV. Pero de un tiempo a esta parte, en Euskal Herria, lo que no prohíbe el departamento de Ares lo veda la AN. Es el privilegio del doble filtro que tenemos los vascos. Y lo mas increíble es que la prohibición se produjo porque reivindicar los derechos de los presos ofende a las víctimas. A sensu contrario, habrá que entender que para que las víctimas no se sientan ofendidas hay que privar a los presos de todo derecho, y esto, por absolutamente ilegal, no puede acordarlo ningún juzgado, por muy de la AN que sea. Los presos están privados de libertad, pero no de todos sus derechos, aunque lo parezca. El remate final del asunto fue que cuando la convocatoria se hizo para la misma hora, con el mismo lema y recorrido, se autorizó por el mismo juzgado. Parece que la razón de la ofensa a las víctimas radica en los convocantes. Si lo que se pretendió con todo este lío fue restar asistencia a la convocatoria, nadie puede negar que ese propósito fracasó: no pudieron ocultar la marea humana que expresaba su solidaridad en la lucha por los derechos de los presos.

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