Cuando Joseba Egibar amagó con poner alguna sombra de sospecha -pequeñita, pero sospecha- sobre las condiciones en que Pello Olano habría declarado ante la Guardia Civil, al fascio se le puso el vello de punta.

Ildefonso Ussía, en «La Razón», embistió como un pablorromero recién banderilleado contra Egibar, Setien, Arzalluz y contra ETA, claro.

Ildefonso Ussía, en «La Razón», aprovechaba, además, para hacerle la rosca al señorito, a Aznar: «La muerte le pasó por el flequillo y no se le inmutó ni el flequillo». Y luego, a lo suyo: «Consumado el fracaso criminal, los terroristas amados por Setién, Arzallus y Eguíbar adquirieron en el mercado negro de armas un lanzamisiles `Sam' para derribar su avión en sus vuelos electorales (...) lo malo de la tecnología rusa, heredera de la soviética, es que sus armas están muy bien presentadas pero fallan más de la cuenta (...) Aterrizaba el avión de Aznar y el misil no hizo `pum' sino `clik' (...) Una chapuza. Les habían dado gato por liebre a los hijos de la gran puta. Y Aznar, por fortuna, sigue por aquí, indignando a todos los que hubieran celebrado que el misil, en lugar de `clik', hubiese hecho `pum' y que no son sólo los etarras y allegados, sino muchos más. Pues que les den». Ya está en su terreno preferido.

Y ahora, a encubrir la denuncia de torturas: «Uno de los enfadados ha mostrado su decepción con carácter retroactivo. Insinúa que la Guardia Civil ha obligado al etarra Olano, el guardamisiles, mediante prácticas dudosas, a confesar. A Eguíbar no le preocupa el asesinato frustrado de Aznar sino el estado emocional de uno de sus fracasados asesinos. En esta ocasión no se movió el árbol y no se recogieron las nueces, que caray con la nuez. No pueden disimularlo. Adoran a sus muchachos terroristas y odian a las víctimas de sus atrocidades. Por eso se sienten tan molestos con un obispo guipuzcoano y vascoparlante que ha manifestado su intención de acercarse al sufrimiento de las víctimas del terrorismo y sus familias». Se refiere, sin duda, a Munilla, el que dijo que había cosas peores que la hecatombe de Haití. Son de la misma catadura.