La ayuda exterior tarda en llegar y la desesperación se convierte en ira

Tres días después del terremoto que asoló Haití, la desesperación de los supervivientes que se enfrentaban a su cuarta noche al raso y a la falta de agua y alimentos se convirtió ayer en ira ante la lentitud en el rescate de quienes todavía continúan sepultados bajo los escombros y en la distribución de la ayuda llegada de todo el mundo que se apilaba en el aeropuerto de Puerto Príncipe. La ONU trataba de agilizar el reparto para evitar desórdenes en la desolada capital.


Catástrofe en Haití

Primeras estimaciones de la tragedia

El Gobierno de Haití y las diferentes organizaciones han empezado a arrojar las primeras cifras de la catástrofe, sin precedentes en el país caribeño. Advierten de que estas estimaciones son «extremadamente parciales», porque los equipos de rescate no han hecho más que empezar con su trabajo, y que el cómputo global del desastre humanitario alcanzará niveles todavía más trágicos.


Catástrofe en Haití

Munilla dice que a los muertos «Dios les ha prometido la felicidad eterna»

La incontinencia verbal ha jugado una mala pasada al obispo de Donostia, que, en una entrevista radiofónica, manifestó que «existen males mayores que los que esos pobres de Haití están sufriendo estos días». Tras hablar de distorsión de sus palabras, José Ignacio Munilla añadió ayer que a las víctimas mortales «Dios les ha prometido la felicidad eterna».



Sesiones de tortura hasta aprender las declaraciones

Golpes por todo el cuerpo, aplicación de la bolsa hasta quedar casi inconsciente, amenazas sobre su hijo pequeño y compañera sentimental, flexiones hasta la extenuación entre patada y gritos... Olano relata que en las sesiones de tortura sufridas le obligaron a aprenderse las dos declaraciones policiales que fue obligado a realizar en comisaría.