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Raimundo Fitero

Veinte años

Antena 3 fue la primera cadena privada que emitió hace ahora justo veinte años. Recordar aquellos tiempos es como recordar el tiempo de los dinosaurios, el seiscientos o el teléfono fijo de baquelita. Han pasado veinte años que, televisivamente, han sido importantísimos. Esta cifra redonda de los veinte, a la que accederán en los próximos meses Tele 5 y Canal Plus, coincide con la implantación de la TDT y con la experiencia novedosa de una televisión pública estatal sin publicidad, acontecimientos que en los próximos meses o años pueden ser de igual o mayor importancia que la ruptura con aquel mapa catódico de entonces con televisión y media de cobertura estatal y alguna institucional de las naciones sin Estado, o comunidades autónomas preferenciales con idioma propio.

Antena 3 ha sido la cadena que ha pasado por más manos accionariales. Comenzó muy mal, con muy mala programación, con estructuras muy débiles y con informativos de risa (visto desde hoy y desde ayer), y tardó unos años en ir colocando series referenciales, como «Farmacia de guardia», o logrando fichajes provenientes de la primera estatal que le fueron confiriendo solidez. Una de las sensaciones que se ha transmitido de esta cadena es que, debido a su floja repercusión, siempre ha parecido ser (o ha sido) la segunda opción del gobierno de turno. Me explico: a lo largo de su historia, si gobernaba el PSOE, el accionariado de esta cadena era propenso a defender al poder establecido, siendo, al menos en lo informativo, como un calco, como una segunda oportunidad. Sucedió con la llegado de Aznar, como en todas sus decisiones, de manera un poco más violenta, pero convirtiéndola en esa segunda vuelta informativa pro gubernamental.

En los últimos tiempos, con Planeta como jefes del accionariado, su perpetuación en territorios conservadores se mantiene, aunque ahora mismo pueda suceder cualquier cosa si se hace la fusión con la Sexta. Antena 3 es, para goce de muchos, la cadena de «Los Simpson» desde hace quince años. Su valor incuestionable, casi se podría decir que la imagen de la cadena, su éxito continuado, aunque por lógica se resienta de tantas repeticiones.

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