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Raimundo Fitero

Anuncia el futuro

Terminó el GH-11 con un acto propagandístico cuando el ganador de esta edición introdujo un mensaje de sonido grabado, algunos detalles en forma de objetos personales y generales en una cápsula de metacrilato dirigida a los concursantes del GH-12. Le llamó Mercedes Milá una entrada «en el futuro», lo que es un buen punto de arranque para la publicidad del próximo casting, pero todo lo que vimos, en sus formas, sus materiales y sus tecnologías no eran precisamente el futuro, sino el pasado inmediato.

El hecho es que ha terminado la edición más larga, con más incidencias, con las normas cambiando a cada instante, dos casas unidas por pasadizos que proporcionaba un juego espacial y de espionaje que lo supo aprovechar bien la realización y más sexo explícito que nunca hasta la fecha. Es decir, lo que el guión previo necesitaba para ir manteniendo la cuota de pantalla que ha sido bastante bueno, entendiendo que estamos en momentos de variaciones en las costumbres de uso del electrodoméstico esencial que tiene a todos un poco, o un mucho, despistados. Los ingredientes que han colocado han resultado ser los oportunos, las guerras de grupos, los personajes que se han ido descubriendo, las tonterías muchas y la consolidación de individuos que ahora deberán administrar su caudal de posibilidades televisivas de manera inteligente. Queda claro que de la veintena de concursantes de este año, dentro de un mes pulularán solamente media docena por los platós, y quedarán uno o dos, como máximo, en las nóminas de las cadenas dentro de un año. Este es el futuro de los participantes.

El ganador, Ángel, era la imagen de lo fuera de lo común. Sus melenas, sus cuidadas barbas perfectamente desaliñadas, su vestuario, su manera de hablar, su concepción del mundo, sus antecedentes educacionales lo convertían en atípico. Ha ganado más de trescientos mil euros, lo que por cierto en cuarenta y tantos días de trabajo, no está nada mal, y su compostura la supo mantener hasta el último instante. Todo de buen rollo, todo muy tranquilo, todo en otro tono, nada crispado, pero a la vez, en el momento adecuado, supo sacar su carácter y ganó por goleada.

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