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La primera película sobre Irak que interesa al gran público

«En tierra hostil»

La curtida realizadora de cine de acción Kathryn Bigelow vuelve por la puerta grande con la que muchos consideran la película del año. «En tierra hostil» ha conseguido romper la maldición comercial que pesaba sobre la temática bélica centrada en Irak, siendo la primera producción de esa guisa que arrasa en taquilla y triunfa en los premios de la crítica.

Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

Se supone que en estos momentos James Cameron es el director más poderoso de la industria del cine, al ser el hacedor de las dos películas más taquilleras de la historia. Podría pensarse también que si «Avatar»está batiendo todos los records absolutos de recaudación, no debería tener competencia alguna. Pues la está teniendo y muy dura, porque su principal rival «En tierra hostil» ha ganado los premios de la crítica norteamericana, además de muchos de los concedidos por los distintos sectores profesionales, siendo el más importante el de los productores. Esa carrera triunfal que comenzó con el Premio Signis en la Mostra de Venecia ha convertido a Katrhyn Bigelow en la primera mujer realizadora en ganar el Critic's Choice.

Si la cosa ya tiene de por sí especial relevancia, lo tiene aún más el que James Cameron y Kathryn Bigelow estuvieran casados. Y no lo digo por lo que de noticiable pueda tener desde la perspectiva amarillista el enfrentamiento entre dos ex, sino porque remarca la equiparación entre hombre y mujer alcanzada en el mundo del cine al más alto nivel.

Desde que debutó con su primer largometraje cuando todavía era casi una veinteañera, Katrhyn Bigelow ha sabido desenvolverse en un mundo tradicionalmente asignado a los hombres sin complejos. Hoy es el día en que puede ser considerada gracias a «En tierra hostil» como la mejor realizadora norteamericana de cine de acción, algo impensable en la época en que empezó su carrera, debido a que el género estaba dominado por los Stallone, Schwarzenegger y demás héroes cargados de testosterona.

Y, en mi opinión, nadie mejor que una mujer para estudiar el comportamiento violento del macho. No parece casualidad, por tanto, que «En tierra hostil» sea el primer y único título que ha conseguido romper el divorcio que existía entre el gran público y las películas ambientadas en la invasión de Irak. La explicación tal vez resida en que Katrhyn Bigelow ha sabido captar más a fondo que sus colegas masculinos la sicología de los soldados destinados allí.

No es una superproducción

El éxito sin precedentes de «En tierra hostil» nos ha pillado a todos por sorpresa, ya que se trata de una producción del 2008 cuyo estreno se ha ido retrasando y, cuando eso ocurre, hay que temerse lo peor. No es de extrañar la falta de confianza de las distribuidoras, no por la película en sí, sino debido a los malos datos arrojados hasta la fecha por las películas sobre Irak. Además, «En tierra hostil» es lo que en Hollywood entienden por un producto arriesgado, motivo por el que contó con unpresupuesto muy inferior al normalmente asignado a las realizaciones bélicas.

Ahí es donde entra la habilidad de Kathryn Bigelow para impactar a los espectadores sin grandes recursos, a base de puro y duro realismo. Contando con una historia sobre un destacamento de desactivadores de explosivos, lo lógico hubiera sido optar por los efectos especiales de explosiones, pero a cambio se impone un seco estilo documental que resulta mucho más contundente. En ello ha tenido mucho que ver la fotografía del británico Barry Ackroyd, conocido por ser un fiel colaborador en el cine social de Ken Loach. Precisamente, es su capacidad para la utilización de la cámara en mano en contextos reales la que le ha llevado a ser requerido para rodar en Irak. Aparte de «En tierra hostil», ha estado trabajano allí en «Green Zone», a las órdenes de su compatriota Paul Greengrass, el otro grande del cine de acción más incisivo y tabiosamente actual.

No cabe duda de que entre Katrhyn Bigelow y Barry Ackroyd han sabido cambiar las formas, teniendo en cuenta que el guión es del mismo Mark Boal que escribió el de «En el valle de Elah», una realización de Paul Haggis que, al igual que el resto de las que abordan las consecuencias de la campaña bélica en Irak, pasó total e injustamente desapercibida. Claro que, a diferencia de «En tierra hostil», utilizaba un tono de denuncia que no le favoreció, al recordar a los norteamericanos que los cadáveres de los soldados muertos en Irak estaban siendo repatriados por la puerta de atrás, sin honores, y a espaldas de los medios.

La Bigelow tiene la ventaja de que la era Bush ya ha terminado y de que la política exterior se encuentra en una fase de depuración de responsabilidades de la mano del presidente Obama. En tal sentido, «En tierra hostil» es una película mucho menos beligerante, pues no entra en implicaciones ideológicas y se limita a retratar a los militares en sus peligrosas actuaciones.

Mucha adrenalina

Siempre se ha dicho que Kathryn Bigelow es una cineasta adrenalínica, y por fin ha encontrado en el trabajo de los artificieros el sumun de la presión y del estrés al que una persona puede llegar a estar sometida. De esta forma, inaugura un nuevo concepto de película bélica, en cuanto que el servicio militar no es obligatorio como antes, y los que se presentan para desactivar explosivos son todavía más voluntarios si cabe.

Es muy fácil, en consecuencia, que para dichos servicios se ofrezcan tipos temerarios que no aprecian su vida, cuando no suicidas o verdaderos sicópatas. Uno de ellos es el sargento James (Jeremy Renner), un loco que es llamado para sustituir al jefe de una unidad de artificieros muerto en acto de servicio. Su enfermizo sentido del riesgo pondrá en serio peligro al resto de sus compañeros, sobre todo al sargento Sanborn (Anthony Mackie) y al especialista Eldridge (Brian Geraghthy), quienes no tardan en comprobar que su integridad física pasa a depender de un adicto a las emociones fuertes y a los constantantes coqueteos con la muerte. Llegados a semejante punto de no retorno, lo de menos son las misiones bélicas o los objetivos militares propiamente dichos, dado que lo que más cuenta es el instinto de superviviencia y el aprender a sobrellevar la máxima tensión.

No me imagino a estrellas de Hollywood en los papeles principales, por tratarse de un argumento resbaladizo más asumible por intérpretes que empiezan. El trío principal de artificieros representan la nueva concepción adictiva de la guerra, una potente droga sólo al alcance de los que visten el uniforme del ejército invasor. Es una lectura políticamente incorrecta, con sus pros y sus contras, ya se observe desde dentro

o desde fuera. Tanto es así que los actores conocidos han preferido aparecer en roles secundarios menos importantes, siendo el caso de Ralph Fiennes, Guy Pearce o David Morse. Tampoco podían imaginarse cuando rodaron la película en Jordania, en la frontera con Irak, que iba a alcanzar semejante repercusión. Kathryn Bigelow ha hecho algo parecido con Irak a lo que Ridley Scott hizo con Somalia en «Black Hawk derribado», pero la fórmula se ha recrudecido con el paso del tiempo hasta superar su poder de impacto.

Kathryn Bigelow se forjó en el cine de acción de los 80

Kathryn Bigelow irrumpió en 1982 con la película de culto «The Loveless» que, con música de Robert Gordon y protagonismo de un joven Willem Dafoe, recreaba las pandillas de los años 50. En «Los viajeros de la noche» utilizó música de Tangerine Dream para una incursión fantástica entonces muy original. Pero la verdadera medida de su cine de acción la dió en «Acero azul», con Jamie Lee Curtis como mujer policía. A continuación, llegó su gran éxito con «Le llaman Bodhi», sin que posteriormente «Días extraños» y otros dos títulos más consiguieran mantener ese exigente nivel.

Mikel INSAUSTI

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