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Maite SOROA | msoroa@gara.net

La sonrisa de Arnaldo Otegi

El patético espectáculo vivido anteayer en la Audiencia Nacional con una magistrada maleducada y faltona que llegó a reconocer que actúa con prejuicio ante los vascos, hizo que los maletillas de la prensa hispana salieran al quite para tratar de maquillar el bochorno.

José Antonio Vera, en «La Razón», optaba por emprenderla contra Arnaldo Otegi y la izquierda abertzale que, decía, «está soltando la especie de que se pretende encarcelar a un dirigente político por el simple hecho de haber asistido a una manifestación». ¡Concho, es que es verdad!

Y a partir de ahí se lamentaba porque «tal discurso está siendo comprado por quienes desde posiciones democráticas siempre ven mal la actuación de la Policía y la Justicia, y disculpan a quienes con frecuencia se dedican a justificar el asesinato o el crimen». O, simplemente, por los que no gastan gafas de madera.

Y por segundo día consecutiva llega, por méritos propios, a esta lupa la inefable Edurne Uriarte, que en su columna de «Abc» de ayer escribía melonadas como la que sigue: «Permítanme que me ponga un poco feminista en la columna de hoy y me congratule de que sea una mujer, la magistrada Ángela Murillo, una de las escasísimas personas que en España no se ha dejado chulear por Arnaldo Otegi». Si servidora entiende el castellano, la que se comportó de forma chulesca, inapropiada para la toga que viste y con un mal estilo enciclopédico fue Ángela Murillo, que llegó a replicar a Otegi con un escandaloso «eso ya lo sabía yo». O sea, que acudía al juicio con el juicio formado.

Pero a Uriarte (cómo cambian los tiempos, ¿verdad Edurne?) pedir un botellín de agua le parece «el intento de hacer un acto de propaganda en pleno juicio a cuenta del agua que el pobre Otegi al parecer necesitaba por esa insólita huelga de hambre a tiempo parcial en la que dicen estar los etarras encarcelados». ¿Por qué mientes, Edurne?

El final es de antología: «Han pasado muchos etarras de gesto y palabra chulescas por la Audiencia Nacional. Pero ninguno como Otegi, con esa diabólica sonrisa capaz de lograr que tantos lean paz allí donde sólo pone crimen». Para mí que le gusta.

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