«Caso Clearstream»
La absolución de De Villepin supone una derrota personal para Sarkozy
La Justicia francesa absolvió ayer al ex primer ministro Dominique de Villepin en el «caso Clearstream», una supuesta trama sobre financiación irregular de la UMP con el que se intentaron frenar las aspiraciones políticas de su enemigo jurado y actual presidente, Nicolas Sarkozy, para quien el fallo ha supuesto un revés. La sentencia despeja el futuro político de De Villepin, quien no oculta su interés por ser candidato a la Presidencia en 2012.
GARA | PARÍS
Dominique de Villepin salió finalmente airoso de su duelo personal con el actual presidente, Nicolas Sarkozy, en relación al «caso Clearstream» al quedar absuelto de toda implicación en esa trama de financiación irregular de la UMP que trató de frenar las aspiraciones de Sarkozy a la Presidencia francesa. El juez anunció que no hay pruebas concluyentes de que el ex primer ministro francés hubiera dado instrucciones para implicar al mandatario en la trama.
La absolución despeja la incertidumbre que pesaba sobre el porvenir de De Villepin, que no ha ocultado sus aspiraciones a ser candidato a la Presidencia en las elecciones de 2012.
El juicio político de la década en el Estado francés, el «caso Clearstream», consistió en falsificar listas con cuentas bancarias secretas en la sociedad financiera luxemburguesa del mismo nombre, en las que aparecía Sarkozy con sus apelativos «Stephane Bocsa» y «Paul de Nagy», entre otros beneficiarios del cobro de comisiones ilícitas.
Sarkozy, que cuando estalló el escándalo en la primavera de 2006, prometió «colgar al responsable de un gancho de carnicero», era uno de los 41 demandantes civiles en la acusación contra De Villepin. Acusó al ex primer ministro de haber orquestado un falso entramado de corrupción para frenarle el paso hacia el Elíseo en 2007 y acabar con su carrera política.
El día del inicio del juicio, De Villepin afirmó que «estoy aquí por el ensañamiento de un hombre, Nicolas Sarkozy». «Nunca estuve al tanto de esos listados», se defendió ante el Tribunal.
Ayer, rodeado de periodistas y cámaras, aseguró, tranquilo, que «quiere pasar página» y «servir a Francia». «Saludo el valor del Tribunal, que ha sabido hacer triunfar la justicia y el derecho sobre la política», sostuvo De Villepin.
Nicolas Sarkozy, para quien la absolución de su enemigo supone un fracaso de enorme magnitud, se negó en un primer momento a comentar el fallo, pero después, mediante un comunicado, dijo «tomar nota» e indicó que no apelará la decisión.
La Fiscalía había reclamado para el ex primer ministro 18 meses de prisión en suspenso y 45.000 euros de multa por «complicidad en denuncia calumniosa», pero no su inhabilitación para ejercer un cargo público, lo que hubiera supuesto el fin de su carrera política.
Pero, al margen de la absolución de De Villepin y del periodista Denis Robert, hubo tres condenas. Según la sentencia, la trama fue montada por el ex vicepresidente del consorcio europeo EADS Jean-Louis Gergorin, condenado a 15 meses de cárcel, quien instigó la elaboración de los falsos listados y los aireó a la prensa, a la Justicia y al Gobierno, a través De Villepin, entonces ministro de Exteriores.
Gergorin contó con la colaboración del informático Imad Lahoud, autor material de las falsificaciones, al que el Tribunal impuso la pena más alta, 18 meses de cárcel.
Lahoud manipuló unos listados verdaderos que habían sido robados de Clearstream por el auditor Florian Bourges, según el Tribunal, que le condenó por abuso de confianza.
Dominique de Villepin es enemigo jurado de Nicolas Sarkozy. Alto y apuesto, De Villepin, de 56 años, fue un político fiel a Jacques Chirac que siempre se presentó como la alternativa en el seno de la derecha a su archirrival Sarkozy, quien soñó con poner fin definitivamente a las ambiciones políticas del ex ministro de Exteriores.
Aristócrata, apasionado por el arte y la poesía, buen orador y gaullista ferviente, pasó su juventud en América Latina, EEUU e Italia y estudió en París.
Tras varios años en la sombra del poder, en 2002, este diplomático de carrera irrumpió en la escena política al llegar al Ministerio de Exteriores, en el Gobierno de Chirac. Asumió personalmente la causa de la liberación de Ingrid Betancourt, secuestrada por las FARC, y fue quien ordenó en 2003 una fallida operación casi secreta, para liberarla. En marzo, defendió con fervor ante el Consejo de Seguridad de la ONU la oposición tajante de París a la guerra de Irak.
Reemplazó a Sarkozy al frente del Ministerio de Interior, para que los franceses conocieran mejor a quien pretendía ser el sucesor de Chirac en el Palacio del Elíseo. Un año más tarde, De Villepin se convertía en primer ministro.
Sus seguidores creyeron que su destino en la Presidencia era un hecho consumado, pero su suerte cambió al salir a la luz el «caso Clearstream» en 2006. De Villepin defendió su honor a rajatabla.
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