Francia se aferró a su destino y confirmó que cuenta con la mejor generación de jugadores de balonmano de la historia. Por primera vez, una selección consigue enlazar los títulos olímpico, mundial y continental. Y lo que queda, porque el retiro parece lejano para los 17 integrantes de un equipo que ha entrado en la leyenda.

Lo sufrió, de nuevo, Croacia, que tuvo sus momentos, pero que acabó dándose de bruces con la defensa gala. Y con Omeyer, espectacular en la jornada de ayer, como también lo estuvo su homógolo balcánico. Más discretos estuvieron Karabatic y Duvnjak, llamados a protagonizar el duelo estelar de la final de este Europeo.

Algo mejor le fue al francés, responsable en buena medida de la reacción que permitió a su equipo llegar vivo al descanso. Porque Croacia llegó a colocarse con tres goles de ventaja, lo que unido al atasco que parecía vivir su rival, empezó a inclinar con fuerza la balanza. Dos golazos de Karabatic, inédito hasta entonces, despertaron a Francia hasta su letargo y provocaron que el choque llegara en tablas (12-12) al descanso.

Los galos tomaron carrerilla y el choque pareció decidirse en el arranque de la segunda parte, pero Balic y Alilovic encabezaron la revolución croata para devolver los pronósticos al terreno de la incertidumbre.

No duró demasiado. Mataija vio la roja y el equipo de Claude Onesta aprovechó para volver a marcharse. Alcanzado el 18-22, se rompió definitivamente un partido en el que la talentosa delantera croata no pudo hacer nada frente a la mejor defensa del mundo. Los galos ya no tuvieron problemas para mantener su renta hasta el final.