Iñaki Lekuona periodista
La bañera nacional
En enero suele hacer frío en Nantes. Y el Loira, a su paso por la capital histórica de Bretaña, llega helado. Durante la Revolución francesa, los defensores de la República, acosados por revueltas contrarrevolucionarias, decidieron establecer una dictadura tan tiránica como la que habían destronado; e implantaron el gobierno del terror. Miles de personas fueron muertas, fusiladas, pasadas a cuchillo, guillotinadas, sin importar sexo ni edad ni condición social. Hasta enero de 1794, en Nantes, los jacobinos ahogaron en el Loira cientos de personas, en lo que llegaron a llamar la bañera nacional.
Dos siglos después, en la República son muchos los que quieren seguir ahogando pueblos enteros. Como Jean-Pierre Chevènement, senador por Belfort y jacobino reconocido. Ante el proyecto de ley sobre el futuro de las instituciones francesas, el antiguo ministro del Interior ha llamado desde su blog a sus colegas para que no alteren ni una coma la estructura de la república. Le aterra el artículo 13 que prevé la creación de instituciones pseudoautonómicas más allá de las fronteras departamentales actuales... Se le eriza el cano cabello al imaginar a Nantes incorporándose por fin al territorio de Bretaña del que fue desgajado. Le descompone la idea de que Ipar Euskal Herria se constituya en entidad propia «sobre la cual ETA no tardaría sin duda en ejercer sus chantajes. ¿Es un temor excesivo? Miremos lo que ocurre en Bélgica con flamencos y Valones o en España con Cataluyna».
Igual que hace doscientos años, los jacobinos siguen atemorizando a los suyos para que los disidentes no escapen de la indivisible y republicana bañera nacional.