La Casa Blanca anunció el lunes que el presidente estadounidense, Barack Obama, no tenía intención de asistir a la cumbre bilateral entre la Unión Europea y EEUU, prevista para los días 24 y 25 de mayo en Madrid, lo que ha obligado a suspenderla. La decisión arrojó un jarro de agua fría sobre los europeos, que se sienten cada vez más arrinconados en un tablero internacional en el que emergen nuevas potencias.

La cita hubiera sido la tercera cumbre transatlántica para Obama, pero de la primera, en Praga en abril de 2009, salió «escaldado» por el elevado número de interlocutores europeos, y a la segunda, en Washington en noviembre, asistió fugazmente antes de dejar al mando a su vicepresidente, Joe Biden.

El secretario de Estado adjunto para Asuntos Europeos, Phill Gordon, aseguró que «la Casa Blanca nunca había anunciado ese viaje», aunque el Gobierno español sí lo hizo, pero insistió en que Obama «espera mantener sus compromisos bilaterales con sus aliados europeos». Washington subrayó que Obama «nunca tuvo en sus planes una cumbre con la Unión Europea en primavera».

Al parecer, una visita al Estado español y una cumbre bilateral con la UE no constituyen un estímulo suficiente para la Casa Blanca, que prefiere centrarse en asuntos de política exterior que realmente tienen un efecto importante en los intereses de EEUU, como son Asia, Rusia y Oriente Próximo.

La Comisión Europea señaló que la decisión de Obama es un asunto de la Presidencia española y anunció que trabajará con las autoridades estadounidenses para buscar otra fecha para el encuentro.

Tanto Bruselas como el Gobierno español, que descartó celebrar la cumbre durante su mandato semestral, trataron de restar importancia al plantón de Obama y dijeron que no afectaría a las relaciones bilaterales.

La prensa europea interpretó la cancelación del presidente estadounidense como un golpe al prestigio internacional de la UE.

José Ignacio Torreblanca, analista del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, señaló a AFP que la UE sigue empecinada en no ver lo que ya es evidente: «El bloque está en un estado de negación», pero «el mundo de Obama no es Europa, nunca lo ha sido», y pensar que la «relación transatlántica es el núcleo del mundo está superado por la propia realidad».

Mientras Obama se ha fijado como objetivo forjar una relación más estrecha con China, la Presidencia española de la UE ha priorizado dar un nuevo impulso a los lazos con Washington.