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El terremoto de haití destapa el tráfico de menores

La tragedia de Haití pone de relieve el tráfico de menores

El seísmo de Haití ha destapado la miseria de ciertas organizaciones que, en nombre de la «caridad» y del «bienestar», se aprovechan de la situación de vulnerabilidad de un país, de parte de su población y se saltan la legislación internacional en beneficio propio.

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Ainara LERTXUNDI

L a detención de diez ciudadanos estadounidenses cuando pretendían sacar de Haití a 33 menores ha corroborado las voces de alarma de Unicef y Save the Children, que, a los pocos días de terremoto, advirtieron del posible tráfico de niños y pidieron encarecidamente que se paralizaran las adopciones, lo que ya sucedió en Aceh tras el tsunami o en China, después del seísmo de Sichuán.

«Según cálculos del Gobierno haitiano antes de la catástrofe, cada año cerca de 2.000 niños eran sacados ilegalmente del país. La mayoría sufrían situaciones de abusos sexuales y explotación laboral o eran dados en adopciones ilegales. El destino más frecuente era Estados Unidos y Canadá», subraya Roshan Khadivi, de Unicef. Desde el 12 de enero, cuando se produjo el terremoto, el organismo de la ONU ha establecido cinco «zonas seguras» -orfanatos temporales-, en las que los menores reciben comida, alojamiento y apoyo sicológico. «Este sistema fue implementado por primera vez en Aceh tras el tsunami. El 90% de aquellos niños pudo reencontrarse con miembros de su familia», añade.

Louise Fulford, asesora de Save the Children, recuerda que, tal y como aconseja la ONU, en caso de una catástrofe, no se debería autorizar ninguna adopción nacional o internacional en el plazo de dos años. «Este tiempo prudencial nos permite localizar a los familiares. En casi todas las emergencias, se puede encontrar a algún allegado. Pero, ello requiere tiempo. Las agencias humanitarias, entretanto, centramos nuestra atención en los niños no acompañados. La prioridad debe ser mantenerlos dentro de su comunidad, cultura y grupo étnico», insiste.

«La Convención de La Haya da preferencia a la reagrupación familiar. Cuando ésta no sea posible, se considerará la adopción nacional y, en caso de fallar ambas opciones, se barajará la adopción internacional», explica.

Los 33 niños, cuyas edades oscilan entre los tres meses y los 14 años, están bajo custodia del Gobierno en dependencias de SOS Aldeas Infantiles. Su futuro es incierto, ya que está por verse hasta qué punto el grupo baptista Refugio de Niños Nueva Vida, con base en Idaho, engañó a los padres o les ofreció dinero a cambio de su entrega. «La Policía nos dijo de modo extraoficial que pretendían cobrar hasta 10.000 dólares por cada adopción», revela el coordinador de Emergencias de Aldeas Infantiles.

El ministro de Asuntos Sociales, Yves Christalin, tampoco cree en las «buenas intenciones» de esta organización, que quería llevarlos a la República Dominicana. «Es un secues- tro, no una adopción», resalta.

Las denuncias de irregularidades no atañen únicamente a Haití. En un informe publicado en noviembre de 2009, Save the Children señaló que al menos cuatro de cada cinco niños dejados en orfanatos tienen vivo a uno de sus progenitores y que, en algunos países, estos centros se han convertido en grandes negocios. Advirtió de que pocos padres están al tanto de que, al entregar a sus hijos, están renunciando a todos sus derechos.

«Se conoce de instituciones inescrupulosas que reclutan niños para obtener utilidades del tráfico internacional en adopciones. Es un mito que los niños en orfanatos no tienen padres. La mayoría están ahí porque sus padres simplemente no pueden darles comida, ropa y educación. La tendencia está exacerbada por el hecho de que muchos proveedores públicos y privados reciben financiación con base en el número de niños residentes bajo su cuidado. Ellos tienen, por tanto, interés en mantener números grandes de niños», destacó Corinna Csay, autora del informe.

El uso de las nuevas tecnologías y, en especial, de internet han multiplicado los casos de adopciones irregulares. En la web proliferan organizaciones que no siempre cumplen los requisitos marcados por la legislación internacional y de cada país.

En 2003, el Gobierno de Costa Rica advirtió de la proliferación de agencias sin autorización legal ofreciéndose a tramitar la adopción de niños centroamericanos por internet. La voz de alarma la dio un trabajo de investigación realizado por el diario «La Nación». Dichas agencias facilitaban información detallada de los menores, su fotografía e, incluso, historial médico. A raíz de esta publicación, las autoridades descubrieron una red que, desde Guatemala, enviaba bebés a Estados Unidos a través de Costa Rica.

En mayo de 2008, el Gobierno de Guatemala se vio forzado a suspender por un mes la adopción de 2.300 menores por ciudadanos extranjeros para que la Procuraduría General de la Nación confirmara si realmente eran hijos de las personas cuyos nombres aparecían en los papeles. En 2007, el país dio en adopción a más de 5.000 niños, la mayoría a familias de Estados Unidos.

Para poner freno a las denuncias, el Ejecutivo impulsó una reforma que incluyó la creación de un organismo central para vigilar los procesos de adopción, permitiendo operar sólo a agencias acreditadas e imponiendo un sistema de pago transparente.

Hasta ese momento, los intermediarios recibían miles de dólares. «Necesitamos un sistema que garantice la transparencia, en el que la adopción se dé cuando un niño necesita un hogar, y no cuando una familia necesita un hijo», destaca Manuel Manrique, representante de Unicef en Guatemala.

Norma Cruz, directora de la Fundación Sobrevivientes, dedicada a ayudar a madres que han denunciado el robo de sus hijos, comparte la misma opinión. «No estamos en contra de la adopción. Nos oponemos al negocio en el que se ha convertido, donde la gente se hace rica vendiendo niños que han sido arrancados de los brazos de sus madres», incide.

Vietnam y Nepal también han estado en el ojo del huracán. En 2008, la embajada estadounidense en Hanoi publicó un duro informe en el que ponía de relieve que tanto los trabajadores de los hospitales como los de los servicios sociales recibieron incentivos económicos de los directores de los orfanatos por cada niño que «conseguían».

El 75% de los padres biológicos entrevistados reconoció haber recibido dinero del orfanato. El pago medio era de unos 240 euros, el equivalente a once meses de salario mínimo. En algunos casos, los niños fueron arrebatados en los mismos hospitales, al no poder sus padres hacer frente a las facturas médicas. En respuesta a este informe, Vietnam suspendió el convenio de adopción firmado con Washington en 2005.

Sobre Nepal, Unicef y Terres des Hommes alertaron del «deficiente» control sobre los orfanatos y las fraudulentas declaraciones de adoptabilidad. Esta situación llevó al Gobierno a paralizar durante 18 meses los trámites de adopción, reanudados el 1 de enero de 2009. El Estado español lideraba la lista de países destinatarios, con unos 700 adoptados entre 1999 y 2009.

Tras la introducción de las reformas, un comité especializado se encarga de escoger entre los menores, cuyos datos son remitidos a los solicitantes. El procedimiento, que se puede prolongar 90 días, sólo se inicia si lo recomiendan los expertos. Anteriormente, quienes deseaban adoptar un niño nepalí acudían directamente a las autoridades del país, pero, tras estos cambios legislativos, es imprescindible pasar primero por una de las 58 agencias internacionales autorizadas, embajadas o misiones diplomáticas.

El largo camino burocrático por un proceso transparente

Quienes estén pensando en iniciar los trámites para una adopción internacional deben primero ponerse en contacto con los servicios sociales de su localidad y armarse de paciencia para afrontar una largo proceso burocrático que culminará con la asignación del menor y el viaje para ir a buscarlo. Aunque los requisitos pueden variar de un país a otro, por lo general deberán obtener un certificado de idoneidad, superar la entrevista con el equipo de sicólogos y la asistenta social, presentar la copia de la declaración de la renta y los certificados de nacimiento, matrimonio y antecedentes penales.

Colombia

Los solicitantes, que no podrán elegir ni el sexo ni la edad de la menor a adoptar, deben haber cumplido 25 años y tener 15 años más que el adoptado. La legislación colombiana acepta a casados, a parejas de hecho de distinto sexo con una convivencia mínima de tres años y a personas solteras. Da prioridad a parejas sin hijos, a aquellas que teniendo uno biológico desea un segundo adoptivo y a las que soliciten niños con necesidades especiales -mayores de siete años, hermanos, con deficiencias-. Las edades de los menores dependen de las características de los adoptantes, aunque para las adopciones internacionales, el criterio que se sigue es asignar niños mayores de un año.

Una vez en Colombia, se procederá a la entrega del niño, a la firma del acta de empatía tras una semana de convivencia con el niño y a la presentación de la demanda judicial. Con la sentencia en la mano -estará lista en una o dos semanas-, se debe acudir al registro civil, legalizar tanto la sentencia como el registro e ir al Ministerio de Exteriores a por el pasaporte colombiano del menor. El Consulado español emitirá un visado Schengen para que pueda salir de Colombia y entrar en el Estado español.

China

La pareja debe tener 30 años y, en el momento de la asignación, no superar los 55 en caso de matrimonios ni los 50 si son personas solteras. La legislación china no permite la adopción a homosexuales ni tener más de cinco hijos que conviven con los padres. El expediente debe contener el certificado de idoneidad, los informes sico-sociales, la solicitud de adopción dirigida al China Center of Adoption Affairs -redactada de forma personal y en la que conste el motivo de la petición, las expectativas en relación con el menor, el compromiso de no abandonarlo, ni maltratarlo y la constancia de que disfrutará de los mismos derechos que un hijo biológico-, certificado de nacimiento, médico, penales, de trabajo y de bienes e ingresos y seis fotos familiares. Para el viaje, se deben calcular unos 4.000 dólares en concepto de donaciones y trámites de registro. Exige dos seguimientos semestrales a lo largo del año siguiente, que correrán a cargo de los equipos técnicos de las localidades de origen.

Etiopía

La entidad competente es el Children & Youth Affair Organization, que depende directamente del Ministerio de Asuntos Civiles. Es la encargada de buscar las mejores familias para los niños abandonados por diversos motivos. La adopción se puede conceder tanto a matrimonios como a mujeres solteras, divorciadas o viudas. La diferencia de edad máxima entre el adoptante y el adoptado no debe sobrepasar los 40 años, en caso de bebés. La duración del proceso es aproximadamente de entre seis y doce meses desde que el expediente llega al país. La adopción se documenta a través de un acuerdo entre el orfanato y el representante de los solicitantes, del beneplácito del Ministerio de Asuntos Civiles y de una sentencia dictada por el juzgado correspondiente. Etiopía exige informes de seguimiento: el primer año, uno cada tres meses, y el segundo, dos semestrales. Además, se deberán presentar informes anuales hasta la mayoría de edad del adoptado.

Rusia

Los menores que por diversos motivos no están con sus padres biológicos pasan a instituciones estatales que pueden clasificarse en tres grupos: casa cuna, hospitales y orfanatos. La adopción internacional se contempla cuando resulta imposible que el menor pueda vivir con su familia biológica y no se ha encontrado una familia en la Federación de Rusia. El Banco de Datos Federal de los Menores huérfanos preasigna a los menores. Los adoptantes harán un primer viaje de aproximadamente cinco días de duración en el que se le presentará la información relativa al menor y le conocerá. En el segundo, de unos veinte días, se realizará el juicio de adopción y la legalización de la nueva situación del menor.

«En un año, están totalmente adaptados»

Yang yun reside desde hace años en Donostia, donde ha abierto una academia de chino. En ella estudian un centenar de niños, la mayoría adoptados en China, y una treintena de adultos. Además de dar clases, ayuda con las traducciones a los padres que han iniciado los trámites de adopción. Desde su experiencia, resalta la transparencia de los procesos -«cuando ocurrió el terremoto de Sichuán, por ejemplo, el Gobierno paralizó todas las adopciones, incluso en Hong Kong y Taiwán»- y la buena integración de los menores. «En un año, están totalmente adaptados. Los padres intentan que mantengan el idioma, pero es muy difícil porque no tienen un entorno donde practicar. Hay niñas que llevan ya cinco años conmigo y están muy contentas porque empiezan a leer artículos en chino. Con constancia, no es imposible», subraya. Aunque la integración es buena, Yun reconoce que, en ocasiones, en las más pequeñas, de dos o tres años, se produce cierto rechazo «al ver a otras personas con sus mismos rasgos. No sabemos qué se les pasa por su mente o de qué se acuerdan para no querer entrar en clase. Pero, al tercer llanto se les pasa». Destaca la preparación de los padres para «afrontar las preguntas que empiezan a hacer con cinco o seis» y que «la mayoría acepta muy bien las explicaciones. Una niña de cinco años me dijo hace poco con toda naturalidad, `soy china y he venido en un avión muy grande'». A. L.

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