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Josebe EGIA

Fraude tras fraude

A los gobiernos no se les pasa por la cabeza algo como «que la crisis la pague quien la ha provocado». ¡Qué va! Lo que se les ocurre es que la pague la clase trabajadora. Nada nuevo, pero sí injusto e indignante, y más cuando las medidas de rebajas de derechos las toma ese partido que hace mucho dejó por el camino la S y la O y cada vez es mas español, con un nacionalismo casposo y rancio, y con políticas neoliberales aplaudidas por la patronal y la banca. Aborrezco la hipocresía en cualquiera de sus vertientes, pero la de la «clase» política me parece la más grave. Blindan sus salarios, indemnizaciones y pensiones, pero toman decisiones políticas que afectan directamente a la calidad de vida, a las oportunidades para la prole y, en definitiva, a los bolsillos de las y los trabajadores. Enriqueciéndose quien más tiene y empobreciéndose el resto.

Después de un par de semanas a vueltas con la reforma de las pensiones de jubilación y viudedad -que vendrá sin duda de mano del Pacto de Toledo-, han aterrizado en la reforma laboral, algo que también era esperado y es mucho más tragable para CCOO y UGT. Por de pronto, y ante un texto literario de reformas sin demasiada concreción, pero donde la rebaja de derechos es evidente -la patronal ya ha aplaudido-, estos sindicatos, «en una primera lectura», lo han valorado como positivo. La segunda lectura, para la que se parte de un incremento en las subvenciones a los dos sindicatos, será firmar, y si no, ¡al tiempo!

Zapatero ha dado un pasito hacia atrás al proponer que el cálculo de la pensión de jubilación se base en las cotizaciones de toda la vida laboral, pero el aumento de la edad para jubilarse, la reforma de la viudedad y la más que probable ampliación del tiempo para la base de las pensiones siguen en pie. No se les olvida poner en los documentos que van a promover medidas para evitar la discriminación entre mujeres y hombres, pero en la realidad las que toman perjudican directamente a ellas. Fomentar más el trabajo a tiempo parcial, con una flexibilidad vomitiva, va directamente dirigido a este colectivo, que es el campeón en ese tipo de contratos en la medida en que la conciliación de la vida familiar y laboral sigue residiendo en las mujeres. Aumentar el tiempo en la base de cotización es más de lo mismo, porque las mujeres se han incorporado al mercado laboral más tarde y con salarios más bajos, y...

Uno de los mayores fraudes es que el superávit del presupuesto de pensiones lo desvían a tapar el agujero del desempleo. Es decir, con lo que contribuimos de nuestros salarios para la vejez, disfrazan su incapacidad de crear empleo, mientras animan a suscribir planes de pensiones privados hasta a las amas de casa, cuando los datos dicen que las familias hacen malabarismos para llegar a fin de mes, las que llegan. Eso sí, ni una palabra de reforma o control fiscal de quienes evaden su obligación de contribuir socialmente con sus impuestos, que son la gran parte de donde se nutren los presupuestos públicos. Pues eso, fraude tras fraude.

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