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La paradisíaca Madeira, destrozada por las riadas, sigue buscando cadáveres

Los equipos de rescate seguían ayer buscando cadáveres en las viviendas y vehículos enterrados bajo toneladas de lodo en Madeira. El balance oficial elevó a 40 los muertos por el temporal, pero se teme que con el paso de las horas esta cifra aumente considerablemente.
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La paradisiaca isla portuguesa de Madeira ha quedado destrozado por las riadas del sábado, que causaron la muerte a al menos 40 personas, y los equipos de rescate aún temen encontrar cadáveres en los vehículos y casas enterradas bajo toneladas de lodo.

Algunas de las zonas más turísticas de la bahía de Funchal, la capital del archipiélago, son auténticos barrizales, mientras las autoridades se afanan por despejar calles y carreteras de los escombros arrastrados por las laderas en las que se asienta buena parte de la ciudad.

Entre las viviendas y automóviles destrozados, los bomberos han encontrado ya los cuerpos de 17 de las víctimas mortales, pero ayer aún no habían podido acceder a muchas localidades de la periferia de Funchal, donde las carreteras, el teléfono y la energía eléctrica fueron barridos por la fuerza de las aguas junto a casas enteras.

El responsable de Asuntos Sociales del Gobierno de Madeira, Francisco Ramos, expresó ayer su temor de que el número de muertos, situado oficialmente en 40, suba a medida que los servicios de Protección Civil limpien zonas ahora cubiertas de barro y accedan a las partes altas de la ciudad.

Desde Lisboa partieron varios aviones y una fragata militar con ayuda médica y humanitaria, helicópteros, submarinistas para buscar cuerpos en la bahía de Funchal y especialistas de las fuerzas de seguridad con perros entrenados en la búsqueda de víctimas.

El Gobierno portugués ha desplazado también un equipo de médicos forenses para acelerar la identificación de los cadáveres y refuerzos de los efectivos de bomberos y Protección Civil del continente.

Neusa Abreu pudo salvarse con su hijo de 13 años cuando sintió temblar su casa, en la zona baja de Funchal, por la súbita fuerza de la riada. Se unió a ella otro chico que no pudo encontrar a su familia hasta varias horas después y, mientras sorteaban las pendientes para no ser barridos por el agua y las piedras, vieron un cadáver flotar calle abajo.

dantesco

El alcalde de Funchal, Manuel Albuquerque, declaró ayer que en las áreas más altas de la urbe el sábado se vivió una situación dantesca y destacó que la prioridad, además de asistir a las víctimas, es limpiar y restaurar la ciudad.

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