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Jon Anza aparece muerto en Toulouse

Silencio sepulcral en los tres escenarios de la versión oficial

La consigna ayer era el silencio. Tras los once meses de desaparición, ahora un silencio muy espeso se cierne sobre el caso en Toulouse. Un silencio comparable al del nicho en que, según se afirma, ha estado el cuerpo de Jon Anza durante todo este tiempo.

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Arantxa MANTEROLA

En Toulouse había ayer tantos periodistas como poca información. Todos los intentos de obtener datos resultaban baldíos. Nadie osaba comunicar ni tan siquiera aspectos meramente técnicos, como por ejemplo cuál es el protocolo o funcionamiento que rige en estos casos.

Ningun servicio del hospital Purpan, ni del tanatorio del mismo centro, soltaban prenda. Ni, por supuesto, la comisaría central y el Samu (servicio de atencion urgente) podían «informar de nada». La propia responsable de Comunicacion del importante centro sanitario se negaba a detallar cualquier aspecto, ni telefónicamente ni directamente ante los medios de comunicacion apostados ante la morgue. Dos guardias de seguridad impedían acercarse con un reiterativo «sólo se permite el acceso a la familia». La respuesta a la demanda de cualquier información remitía inexorablemente a la Fiscalía de Baiona, «porque el caso es ahora médico-legal», según apuntaban.

GARA pudo hablar con una empleada del servicio de Comunicación, que se mostraba empeñada en declinar eventuales responsabilidades del centro sanitario, aunque nadie se las hubiera insinuado hasta ese momento. «Los cadáveres no iden- tificados pueden permanecer años en la morgue si nadie los reclama», justificaba. Y añadía que en el hospital Purpan -que además de centro universitario es uno de los más importantes sanatorios de Occitania- «se actúa igual que en los demás hospitales de Francia». Preguntada sobre si había muchos casos de esa índole en el tanatorio, se aferraba al «secreto profesional» o a la reserva sobre el funcionamiento interno.

A las 12.45, la compañera de Anza, familiares y amigos del militante donostiarra, acompañados por la abogada Xantiana Cachenaut, salían del tanatorio y se introducían raudos y con caras serias en tres vehículos para abandonar el lugar a donde habían llegado a primera hora de la mañana para ver el cuerpo de su allegado, sin conseguirlo hasta media tarde.

Nadie vio nada

En las cercanías del hospital hay un gran parque, pero no fue allí donde los servicios de urgencias encontraron a Jon Anza, sino en otro más pequeño que se halla frente a la estación del tren, al borde del canal y que cuenta con unos pocos bancos. En uno de ellos habría sido hallado Anza, según la versión oficial.

En la estación de Matabiau, la principal de Toulouse, hay un trajín incesante de viajeros, gente que va y viene, policías patrullando a pie y también los característicos «sin techo», a quienes las brigadas populares que en mayo pasado hicieron el recorrido desde Baiona a Toulouse mostraron la fotografía del militante desaparecido. Alguno de ellos sí dijo que le «sonaba» la cara de Anza, pero resultaba imposible medir la fiabilidad del testimonio, ¿quién sabe?

Sea como fuere, lo cierto es que no hay datos para cerrar el círculo de lo ocurrido a Anza, sobre todo en los once primeros días desde que salió de Baiona hasta que supuestamente fue hallado en este parque.

Ironías del destino: la avenida principal más cercana al hospital Purpan es la ruta de Baiona. Y el parque donde lo habrían encontrado queda muy cerca de la estación de tren. Jon Anza tenía el billete de vuelta -dicen que para el 20 de abril-, pero no pudo retornar a su país con vida. Y todo lo demás lo envuelve ese espeso manto de silencio.

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