Las expectativas creadas en torno a la celebración del Aberri Eguna de este año ofrecen muchas posibilidades para la reflexión política.

Estaban los que esperaban que ETA comunicara una tregua, la apertura de un proceso de diálogo con otras fuerzas políticas o, simplemente, su autodisolución. Lo hacían, unos, a la luz de la trascendental iniciativa de líderes mundiales como Mandela, Adams, Mitchel o Tutu. Otros, desde el convencimiento de que el empleo de la fuerza policial ha dejado a ETA al borde del coma operativo. Y algún otro porque sigue creyendo que nunca ETA tuvo razón de ser y ya es hora de que caigan en la cuenta.

Las expectativas, cuando se crean en laboratorios especializados en intoxicar a la opinión pública, resultan a la postre frustrantes. Porque, además, es de lo que se trata en el momento de su concepción. Poner la pelota en tejado ajeno y responsabilizar así al otro del chasco.

No esperaba nada de lo anterior y, en consecuencia, no me cuento entre los frustrados. Después de muchos años sobrevolando la política, no creo en decisiones instantáneas, voluntades forzadas ni reflexiones animadas por la represión. Lo que se consolida en el terreno de la política es siempre producto de una profunda maduración intelectual y la concurrencia de condiciones objetivas que hagan posible alcanzar el escenario que se perseguía. Lo demás no es una construcción sólida, sino una choza que cae con poco viento.

Hoy se están creando condiciones que van a permitir a los independentistas imponer -sí, imponer- su derecho a la construcción del estado vasco. Es el signo de los tiempos, aquí, en Catalunya, en Irlanda, en Escocia... A partir de hoy la negación de nuestro pueblo va a ser impresentable en el concierto internacional. Hay masa crítica suficiente en Euskal Herria para que eso sea así.

Hablaba Telesforo Monzón de un viaje democrático hasta Maltzaga y una segunda etapa independentista hasta Eibar. Los independentistas demostraron ayer que hay mucho viajero para el segundo tramo. Ahora está por ver quién se compromete siquiera con el primero. Y ahí los jelkides tienen mucho que decir.

En cualquier caso, tengo la impresión de que tampoco se les va a esperar para iniciar el viaje. Y luego hablaremos de ETA.