La derrota en Zamora puso fin no a la semana, sino al mes de pasión que ha vivido el Eibar. Cuatro tropiezos consecutivos -tres derrotas y un único empate- han condenado a los azulgranas a mirar de lejos al que otrora fuera su rival por el primer puesto, la Ponferradina, y preocuparse por los que vienen por detrás.

Ayer ni siquiera cupo hablar de mala suerte. El Eibar disputó un mal partido y cayó merecidamente. El equipo de Iñigo Lizeranzu, que pelea por evitar del descenso, aprovechó la tontera inicial de su rival para colocarse con dos goles de ventaja. Reaccionaron los eibarreses, que acortaron distancias, pero la impresión no duró demasiado.

Un penalti de Añibarro, transformado por Iker, sentenció el choque, que incluso pudo acabar con goleada para el Eibar.