Habrá que hacer caso a Oscar Wilde cuando decía que nunca debemos tomarnos en serio a nosotros mismos, y quizá con la moda ocurra lo mismo. Louis Vuitton ha sacado a las pasarelas el «Raindrop Besace», un bolso de material impermeable cuyo diseño es igual que una común bolsa de basura, con sus tirillas cruzadas para el cierre, pero eso sí, con asas de exquisito cuero y la marca Vuitton impresa en el frontal.

¿Excéntrica la idea? ¡Qué va! Es de lo más centrada que conozco. Ahora que el sistema -ahórrense la pregunta; en realidad, sólo hay un sistema- se ha dado cuenta de que no le cuesta absolutamente nada hacerse cargo de los valores, ideales y reivindicaciones que teóricamente van en contra de sus intereses, ahora que Ikea y los vuelos low-cost han desdibujado las clases sociales y que se derechizan hasta las revoluciones; ahora que la moda ideológica que no compromete en serio pasa por lo verde, lo limpio, lo orgánico y lo reciclado, ahora que los grandes hipermercados se suman graciosamente a la apuesta ecológica cobrando al usuario las bolsas que antes entraban en la compra, no se me ocurre mejor símbolo del signo de los tiempos actuales que la bolsa de basura convertida en objeto de lujo furioso al precio de 1.500 euros. Tiene de bueno, además, que llevarla encima no requiere de ningún tipo de buen gusto ni de vergüenza. Por cierto, lo hacen en dos colores, marrón y verde. Para mí, que el verde es el más fashion-trash de los dos.

En fin, qué esperaban, cuando se pierde el dramatismo, todo se banaliza.