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Elecciones legislativas británicas

Luz verde liberal a una negociación que se prevé llena de obstáculos

El partido liberal-demócrata ha dado el visto bueno inicial a las negociaciones con los conservadores de cara a la formación de un gobierno de coalición con el partido de David Cameron, que consiguió el mayor número de escaños en las elecciones generales del jueves. Sin embargo, las discrepancias sobre la UE, inmigración, educación, economía y, particularmente, la reforma electoral dificultarán un acuerdo que los conservadores buscan para la próxima semana.

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Soledad GALIANA | DUBLÍN

El balance de la política británica se encuentra una vez más entre laboristas y conservadores, pero el nuevo peso electoral de los liberal-demócratas es el que inclinará la balanza en una dirección u otra en lo que se refiere a la formación de gobierno. Precisamente, los líderes de los tres principales partidos británicos coincidieron el día después de que se dieran a conocer los resultados de las elecciones generales británicas -que otorgan un total de 306 escaños a los conservadores frente a los 258 de los laboristas y los 57 de los liberales- durante la celebración del día de la victoria en Europa, que conmemora la derrota del Ejército nazi a manos de los aliados en el continente europeo el 8 de mayo de 1945. Tanto el conservador David Cameron como el laborista y aún primer ministro británico, Gordon Brown, sabían que después de la celebración el liberal Nick Clegg planeaba reunirse con los miembros del grupo parlamentario de su partido para diseñar la estrategia a seguir.

Ayer los liberal-demócratas otorgaron su confianza a la estrategia de Clegg de mantener negociaciones con los conservadores, al ser informados del contenido de una reunión inicial entre los equipos negociadores de los dos partidos que se produjo en la noche del viernes.

Los liberales se habían comprometido con anterioridad a la cita electoral a permitir formar gobierno al partido que obtuviera el mayor número de votos, pero ahora deben decidir si una coalición de gobierno con los conservadores es lo mejor para el partido ante la clara y pública oferta del líder de los tories, David Cameron, o si la mejor respuesta se halla en las filas de los laboristas y el actual primer ministro, Gordon Brown, quien ya ha hablado telefónicamente con Clegg a pesar de que anunció que se mantendrá en un segundo plano para permitir el diálogo entre el partido que consiguió la mayoría en la Cámara de los Comunes y los liberales.

David Laws, uno de los miembros del equipo negociador de los liberal-demócratas, confirmó que los diputados y lores del partido han apoyado las acciones y declaraciones del líder, incluida su estrategia de permitir que los conservadores, el mayor partido en la Cámara Baja del Parlamento británico, intenten negociar la formación de un gobierno. Cameron advirtió que podría seguir un modelo de apoyo parlamentario a un gobierno de minoría -que se dificulta con la negativa de los nacionalistas escoceses de nego- ciar con los conservadores-, o el de un gobierno de coalición. El líder conservador ya expresó su preferencia por una coalición con los liberal-demócratas, que le facilitarían los 20 votos que aún necesita para obtener una mayoría parlamentaria.

Clegg ya ha adelantado a los conservadores que para los liberal-demócratas las claves de esta negociación se encuentran en las reformas educativa, fiscal, económica y electoral, y es precisamente en este último asunto en el que un posible acuerdo entre liberales y conservadores se complica. Para el partido de Clegg, éste es un tema esencial no sólo de cara a futuras elecciones, sino de cara a su electorado. Precisamente, para poder encontrarse con su grupo parlamentario, Clegg se vio obligado a caminar entre manifestantes que le dejaron claro que la medida de su honestidad política reposa en la consecución de su sistema de representación proporcional.

Clegg abandonó su reunión momentáneamente para aceptar una petición de los manifestantes, a los que aseguró que «una de las razones por las que entré en la política es la reforma política».

La reforma electoral ha sido uno de los puntos esenciales del programa liberal, que propugna un sistema de representación proporcional, en el que sea el número de votantes el que determine el número de diputados, en lugar de que éstos se asignen de acuerdo a distritos electorales creados artificialmente. Claro está, los conservadores, que se han beneficiado del modelo que facilita el bipartidismo durante décadas, se oponen a ello, aunque el viernes Cameron parecía preparado a alcanzar un compromiso en la propuesta de creación de una comisión parlamentaria para analizar y aconsejar sobre el tema, un ofrecimiento que se queda muy corto frente a la propuesta laborista de un referéndum en el que los votantes puedan elegir el sistema electoral que más les satisfaga.

Desconfianza liberal

Ello, junto a la desconfianza de muchos diputados y miembros del partido liberal que no desean entrar en ningún tipo de acuerdo, y aún menos una coalición, con los conservadores debido a las claras diferencias en temas vitales tales como la economía, Europa, inmigración o defensa, nos habla de la dificultad de las negociaciones.

A pesar del interés del líder conservador David Cameron por destacar las áreas de coincidencia entre el programa de su partido y el de los liberales, algunos observadores resaltan las diferencias en otras materias importantes para el partido de Clegg que podrían hacer inviable un pacto. Cameron advirtió que no cree «que ningún gobierno debería dar más poderes a la Unión Europea» como respuesta al europeísmo de los liberales y particularmente de Clegg, que trabajó para la Comisión Europea antes de ser elegido europarlamentario en 2004.

Asimismo, el líder conservador rechazó las propuestas de Clegg de racionalización de la migración, que indirectamente calificó de «débiles y blandas», para favorecer incluso mayores controles. Finalmente, en lo que se refiere a la partida presupuestaria destinada al desarrollo de armamento nuclear, que los liberales quieren que desaparezca, Cameron descarta esta posibilidad afirmando que «las defensas del país deben mantenerse fuertes».

Todo ello dificulta el objetivo de los equipos negociadores conservador y liberal, que se reunirán de nuevo hoy mismo con la vista puesta en un posible acuerdo que puedan presentar ante los representantes conservadores en la Cámara de los Comunes del Parlamento británico, quienes se encontrarán en la tarde del lunes.

Mientras, desde las bandas, los laboristas esperan su oportunidad para entrar en juego, algo que definitivamente depende de la estrategia liberal. Laws apuntó que si la negociación con los conservadores fracasa, «un arreglo entre laboristas, liberal-demócratas, nacionalistas escoceses y galeses conseguiría una mayoría en la Cámara de los Comunes. Los partidos nacionalistas, por supuesto, extraerían concesiones políticas y financieras al Parlamento británico de Westminster».

El laborista Peter Hain, quien fue secretario de Estado en el norte de Irlanda, apuntó a que Clegg y Brown tienen claramente muchos puntos en común, particularmente en la cuestión de la reforma electoral. Precisamente, el primer ministro nacionalista escocés, Alex Salmond, ha pedido a los liberal-demócratas que consideren la posibilidad de esta alianza de fuerzas progresistas que incluiría a los nacionalistas escoceses y galeses (SNP y Plaid Cymru), mientras que diputados laboristas han contactado con sus colegas liberales para hacerles ver que una coalición con la derecha británica sería un auténtico desastre.

Ideológicamente muchos liberal-demócratas se sienten más cercanos a los laboristas que a los conservadores, y se opondrían a una coalición con Cameron.

Incluso si el resultado de las negociaciones entre tories y liberales es positivo, cualquier acuerdo deberá ser aprobado por un 75% de los cargos parlamentarios del partido y un 75% de la ejecutiva federal, que está compuesta por activistas, representantes regionales, algunos diputados y lores.

Si el acuerdo no consigue estos apoyos, Clegg se vería obligado a convocar una asamblea extraordinaria del partido en la que cualquier acuerdo necesitaría el apoyo de dos tercios de los delegados presentes.

Manifestantes reclaman la reforma electoral

Para los liberal-demócratas la cuestión prioritaria en la negociación para la formación de gobierno es la reforma electoral. Es una cuestión sobre la que los votantes van a presionar al partido. De hecho, alrededor de mil personas se manifestaron a las puertas del lugar donde se reunían los liberales-demócratas. Se repitió el eslogan «Votos justos ya». Los manifestantes, entre los que se encontraba el famoso cantante social Billy Bragg, procedían de una manifestación en Trafalgar Square, y querían recordar a los liberal-demócratas que sus decisiones deben responder a las expectativas que su programa electoral despertó entre el electorado. Pam Giddy, del grupo Power 2010 -cuyo objetivo es la reforma electoral-, afirmó que el resultado de las generales era una oportunidad única para incluir la reforma en la agenda, y responsabilizó al líder liberal al aseverar que «todo está ahora en manos de Nick».

S. G.

EMPRESAS

Dirigentes empresariales instaron a los tres principales partidos británicos a anteponer la necesidad de afrontar con urgencia la crisis económica a sus intereses porque «es fundamental que este vacío político se llene cuanto antes».

DIMISIÓN DE BROWN

Un diputado laborista reelegido en las elecciones el jueves fue el primero en pedir públicamente la dimisión de Gordon Brown como líder del partido para facilitar una eventual alianza con los liberal-demócratas.

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