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A debate un gravamen global a la banca

La UE quiere una tasa para los bancos pero no logra acordar cómo Problema impuesto

Los ministros de Finanzas de la UE no consiguen consensuar las condiciones de aplicación de un impuesto a la banca, a pesar de que las principales potencias, como EEUU, defienden un fondo para sufragar futuros rescates o recuperar lo gastado. Han resucitado la idea de que los bancos paguen un impuesto, pero no está claro cómo: ¿Al conjunto del balance? ¿A los beneficios extraordinarios? ¿Es para regular la actividad o para sacar dinero?

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GARA | BILBO

El Estado francés y Alemania fueron los primeros en lanzar la propuesta. Gran Bretaña se adhirió rápidamente a la misma y en cuestión de días la Unión Europea anunció un borrador para someterlo a debate entre los ministros de finanzas. En ese sprint que algunas potencias mantienen para llevar un acuerdo a la cumbre del G-20 de junio en Toronto, los ministros de Finanzas se reunieron hace una semana en una cumbre de dos días que acabó sin acuerdo.

El grupo que encabeza la iniciativa, los ejecutivos de Sarkozy, Merkel y Brown, están trabajando de forma coordinada para promover la instauración del impuesto, pero hay varias propuestas y muchas incógnitas. ¿Qué tipo de gravamen se va a poner a los bancos? ¿Servirá para financiar futuros rescates o recuperar lo ya gastado? ¿A dónde irá a parar el dinero recaudado? ¿Cómo se gestionará?

Alemania y el Estado francés quieren un impuesto a la banca a nivel internacional. Aseguran que una medida así aseguraría un campo de juego equilibrado y serviría, sobre todo, para financiar los rescates del sector en situaciones como la vivida con el estallido de la crisis financiera.

Aunque algunos estados aún son cautelosos ante una medida que afirman no necesitar, otros están impacientes por establecer una tasa, aunque sea por su cuenta. Sin embargo, entre los decididos a impulsar un impuesto bancario, las diferencias también son evidentes.

La canciller alemana, Angela Merkel, declaró que la idea es «coordinarnos dentro de la Unión Europea, de manera que los europeos podamos, junto a los estadounidenses, ir a por un acercamiento global en la cumbre del G-20». «De esta manera podemos estar seguros -añadió Merkel- de que los bancos que entren en crisis no serán en el futuro una carga para los contribuyentes, sino que asumirán el riesgo ellos mismos».

Una tasa de responsabilidad

El primer ministro británico, Gordon Brown, por su parte, auguró un gran acuerdo entre las grandes economías mundiales en la reunión prevista en Seúl el próximo noviembre y señaló que el nuevo gravamen es sólo una de un conjunto de medidas para reforzar a los bancos ante futuras crisis.

Destacó que el escenario está preparado para imponer «una tasa de responsabilidad mundial» y confió en que Estados Unidos se sume al acuerdo. En este sentido, el jueves se anunció que el debate de la reforma financiera en EEUU propuesta por Barack Obama comenzará mañana en el Senado.

En un discurso en Nueva York, Obama aseguró que la reforma del sistema financiero estadounidense ayudará a evitar situaciones como las registradas en la reciente crisis, en línea con lo marcado desde el otro lado del Atlántico, aunque con sus propias características y sin mención expresa a la tasa bancaria.

Según Reuters, Washington también estaría a favor de la nueva tasa, pero preferiría usar el dinero para pagar las reparaciones necesarias ahora, en vez de guardarlo para futuras crisis.

A principios de semana, la ministra española de Economía, Elena Salgado, habló de un futuro fondo bancario europeo que incorpore un sistema para medir riesgos de cada entidad financiera y de la aplicación de una tasa, que según insistió, es «para prevenir futuras crisis». «Lo que debemos todos tratar es de que se refuerce el capital, de que haya una actuación más prudente por parte de las entidades financieras y que lo que ha sucedido no vuelva a suceder», subrayó. Precisó que las entidades no deben entender un fondo que les sirva como seguro para que los estados vuelvan a salir en su rescate. No obstante, Salgado eludió aventurar un calendario para la aplicación de dicha tasa e incidió en que «es para prevenir futuras crisis» y que lo razonable sería que éstas no se presentaran si las entidades financieras refuerzan su capital de acuerdo a la regulación que salga de Basilea III.

El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, dijo que antes de junio deberán concretar si se decantan por la creación de un único fondo europeo al que aporten las entidades directamente o uno que coordine los fondos creados por cada estado.

Con la idea aún sin fraguar, ya hay un baile de cifras sobre la recaudación que reportaría un impuesto de estas características. Brown evitó dar números pero apuntó que el Ejecutivo de Merkel estima que supondrá 1.200 millones para los bancos alemanes y 10.000 millones para la banca estadounidense.

En la UE ya se baraja una recaudación superior a los 50.000 millones, una cantidad que sería soportada principalmente por las quince grandes entidades que cotizan en la bolsa.

De hecho, el objetivo de la CE es rascar de las haciendas de los Veintisiete todo el dinero posible para sanear sus presupuestos, hacer frente a posibles nuevas crisis financieras, y a la vez cumplir con sus compromisos internacionales. Por su parte, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, aboga por afrontar «con cuidado» una nueva tasa europea a la banca, para que no asfixie la recuperación económica, y advierte de que la reforma internacional de la supervisión financiera debe evitar que vuelvan a aparecer «nacionalismos o mercantilismos financieros».

Gravar beneficios excesivos

El Fondo Monetario Internacional (FMI) recibió el año pasado el encargo del G-20 de evaluar posibles cargas fiscales para los bancos, después de rescates multimillonarios para evitar su colapso durante la crisis.

El FMI, respondiendo al encargo recibido en Pittsburgh, ha propuesto dos impuestos para aplicar a nivel mundial sobre el sector financiero. Por un lado, propone crear la llamada «Contribución a la Estabilidad Fi-nanciera», un impuesto que inicialmente pagarían todas las entidades financieras por igual y que posteriormente variaría según el nivel de riesgo asumido por cada una.

El segundo impuesto sería la «Tasa sobre Actividades Financieras», que gravaría los sueldos y bonificaciones que pagan las entidades financieras, así como sus beneficios. En la presentación de estas propuestas, el pasado jueves, el director gerente del fondo, Dominique Strauss-Kahn, dijo que la introducción de impuestos internacionales sobre las entidades financieras «puede reducir la probabilidad de que haya otra crisis».

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