Bradley Wiggins se convirtió en el primer líder de la 93ª edición del Giro. El británico cumplió los pronósticos marcando el mejor tiempo en los 8,4 kilómetros de recorrido por las calles de Amsterdam, en las que no faltó la lluvia, el frío y, por supuesto, el público.

El líder del Sky cumple así uno de sus principales objetivos en la prueba italiana. Con el Tour en el punto de mira, en el equipo británico reconocían antes de salir que se darían con un canto en los dientes de conseguir la magglia rosa en la primera jornada y mantenerla durante una decena de días, aproximadamente hasta la etapa del Terminillo. El tiempo justo para que su líder coja piernas y confianza, así como para que sus compañeros se compenetren de cara a su gran objetivo. Si el rosa le da alas, será el tiempo quien lo diga.

Son otros, sobre el papel, los que miran a Verona, y pese a que pocas conclusiones se pueden sacar de un prólogo de menos de diez minutos, dos de los grandes favoritos ya han dado su primer golpe sobre la mesa. Los mismos que esta primavera ya han engordado su palmarés con victorias de prestigio. Cadel Evans, vencedor de la última Flecha Valona, se apuntó el tercer mejor tiempo en línea de meta, apenas dos segundos peor que Wiggins. Alexandre Vinokourov, que llega a la carrera con el Giro del Trentino y la Lieja-Bastogne-Lieja a sus espaldas, sólo se dejó cinco.

Más discreto anduvo el resto de gallos. 10 segundos se dejó Nibali, 20 Garzelli, 22 Karpets, 23 Basso y 25 Sastre. Cunego perdió 52 y Simoni, que se despide de su carrera, 56.

La segunda etapa llevará hoy a los corredores de Amsterdam a Utretch, a lo largo de 210 kilómetros. Será una de las pocas oportunidades para los sprinters, con un trazado absolutamente llano -aunque un tanto enrevesado en la primera parte- y una larguísima recta de meta.