El senador Benigno Aquino, heredero de una influyente dinastía y candidato del Partido Liberal, será el nuevo presidente de Filipinas tras una victoria electoral que le da vía libre para cumplir su promesa de aliviar la extendida pobreza y enfrentarse a la enquistada corrupción.

Como resultado de un recuento que se asemejaba a un maremoto a su favor, Aquino, de 50 años, habría obtenido el 40,2% de los votos con el 78,55% de las papeletas escrutadas, según los últimos datos oficiales.

En segundo lugar, con el 25,5% de los votos, se situaría el ex mandatario Joseph Estrada, quien aseguró que no reconocerá la victoria de Aquino mientras no haya resultados oficiales y su victoria sea proclamada por el Congreso. Otro de sus adversarios, Manny Villar, sí reconoció el triunfo de Aquino e, incluso, le ofreció su colaboración.

Aquino se negó a proclamar su victoria hasta que la Comisión Electoral lo anuncie, aunque admitió que ya trabaja para formar un equipo de Gobierno para los próximos seis años. Esta tarea puede verse complicada si se confirma el triunfo en la elección a vicepresidente de Jejomar Binay, alcalde de uno de los distritos más prósperos de Manila y quien formara tandem con Estrada durante la campaña.

En su primera intervención ante los medios de comunicación en la localidad de Tarlac tras conocerse que encabeza el escrutinio, insistió en que dará prioridad a la lucha contra la corrupción. Aseguró que «no sólo nunca robaré, sino que arrestaré a quienes lo hagan, debemos predicar con el ejemplo», lo que, afirmó, le dará autoridad moral para obligar al resto de electos a cumplir. Además, sostuvo que no nombrará para ningún cargo oficial a ningún familiar «hasta el cuarto o quinto grado de consanguineidad».

Aquino, diplomado en Economía, afrontará como presidente los mismos retos que sus antecesores: garantizar el crecimiento económico, aliviar la pobreza y combatir la corrupción, además de hacer frente a los conflictos armados que el Estado mantiene con comunistas e islamistas.

Durante los nueve años de mandato de Gloria Arroyo Macapagal, los índices de crecimiento del PIB se han mantenido a un ritmo parecido al de sus vecinos, con una media del 5% hasta el estallido de la crisis mundial, pero insuficiente para aliviar la pobreza en un país donde casi uno de cada tres habitantes vive con menos de un dólar al día.

Benigno Aquino se ha beneficiado enormemente de la herencia política de sus progenitores adorados en el archipiélago, la ex presidenta Corazón Aquino y el senador de su mismo nombre, líder de la oposición al dictador Ferdinand Marcos y asesinado al volver del exilio en 1983. A la muerte de su madre, en 2009, se produjo una explosión de entusiasmo por su hijo, considerado hasta entonces un anodino senador al que sus detractores reprochaban su escaso legado tras 12 años como parlamentario.

Al aval político de su apellido, Aquino ha sumado su estilo directo y sencillo y ha demostrado una asombrosa capacidad para salir airoso de los duros ataques de sus rivales. Pese a su timidez, ha sabido gestionar el fervor que despertaban sus discursos y los filipinos han caído rendidos ante su aparente austeridad, cansados de la pomposa Presidencia de Arroyo. Sin ser un político cautivador, ha logrado uno de los triunfos electorales más sonados en la historia de Filipinas.