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EEUU desvía las aguas del Mississippi para intentar frenar la marea negra

En un intento de que la marea negra no llegue a las costas de Louisiana, los guardacostas han desviado las aguas del río Mississippi, el cuarto mayor del mundo. Ecologistas y pescadores alertan de las consecuencias medioambientales de esta medida.

Clément SABOURIN (AFP) |

Para los guardacostas estadounidenses, el Mississippi es el «mejor amigo» contra la marea negra: para rechazar al petróleo, las autoridades han desviado el río en decenas de canales. Pero pescadores y ecologistas temen un desastre medioambiental.

Tras recorrer alrededor de 3.800 kilómetros a través de EEUU, el «padre de las aguas», como los amerindios denominaban al cuarto mayor río del mundo, se divide al sur de Nueva Orleans en una constelación de canales. Después, se arroja al golfo de México, justo donde la mancha de petróleo amenaza las costas de Louisiana.

Con un flujo que oscila entre los 7.000 y los 20.000 metros cúbicos por segundo, el río constituye un aliado de envergadura para las autoridades estadounidenses, enfrascadas en una lucha contra la que parece la peor marea negra de la historia de EEUU.

«El río Mississippi es nuestro mejor amigo», declaró a France Presse el capitán de los guardacostas Edwin Stanton, que coordina las operaciones que se llevan a cabo en Louisiana para prevenir el avance del crudo. «Empuja al petróleo y lo mantiene lejos del delta».

Hace ya más de tres semanas que la plataforma Deepwater Horizon, explotada por BP, estalló, pero sólo algunas galletas de petróleo han llegado a la costa. Más de 800.000 litros, según las estimaciones oficiales, se vierten cada día en el golfo de México.

Científicos han descubierto la presencia de enormes placas de petróleo a gran profundidad, lo que hace suponer que la cantidad de crudo que se ha escapado de los pozos podría ser mucho mayor que las estimaciones precedentes.

Al tener el río un nivel de agua bastante alto, las autoridades estadounidenses decidieron abrir las compuertas de cientos de canales para aumentar el flujo en su desembocadura y mantener al petróleo lejos de las playas y las marismas, añade el capitán Stanton.

Rechazo

Pero para los ecologistas y los pescadores locales, esta decisión podría afectar a numerosos peces y crustáceos en plena época de reproducción.

«Toda esta agua empuja a los camarones jóvenes directamente a donde está el petróleo y se van a perder todos», clama Clint Guidry, presidente de la asociación de pescadores de camarón de Louisina, primer estado productor de pescados y mariscos de EEUU.

Aron Viles, miembro de la Red de Protección del Golfo, coincide con el análisis de Guidry.

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