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Tailandia, al borde del abismo

Bangkok desoye la petición de mediación de los «camisas rojas»

Ante el inminente ataque del Ejército contra su campamento en el centro de Bangkok, los líderes de los «camisas rojas», los opositores tailandeses, solicitaron una mediación de la ONU, que fue inmediatamente rechazada por el Gobierno de Abhisit Vejjajiva, que impuso un ultimátum que concluye hoy para que los manifestantes abandonen su actitud y suspendan la protesta.

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GARA | BANGKOK

Los manifestantes tailandeses, que combaten al Ejército en torno al campamento que han levantado en Bangkok, reclamaron ayer, en vano, que se inicien negociaciones bajo la supervisión de la ONU, tras tres días de enfrentamientos que han provocado ya al menos 33 muertos.

Hacia las 23.00 de ayer [18.00, en Euskal Herria], un fotógrafo de France Presse escuchó ráfagas de disparos y fuertes explosiones desde su hotel, frente a la mayor de las barricadas colocadas por los «camisas rojas».

«Pedimos conversaciones con las Naciones Unidas como mediador», indicó Kokaew Pikulthong, uno de los líderes de los manifestantes. «Pedimos que el Gobierno deje de disparar y retire a los soldados».

El poder inmediatamente rechazó esta oferta. «Ningún gobierno autoriza a una organización intervenir en sus asuntos internos», respondió Panitan Wattanayagorn, su portavoz.

Los dos bandos afrontan desde el jueves la operación militar para asfixiar la «zona roja», en pleno corazón de la capital.

Por la noche, un bombero indicó a France Presse por teléfono que tres edificios comerciales de dos a cinco pisos habían sido incendiados en una avenida que cruza la zona. Nadie resultó herido en estos incendios, presumiblemente provocados por neumáticos ardiendo.

«Hemos intentado no enfrentarnos a los manifestantes. Afortunadamente, hemos podido llegar al lugar en diez minutos con la ayuda de los habitantes de la zona», explicó.

Los «rojos» defienden ardientemente su campamento mediante operaciones de guerrilla urbana con cócteles molotov, piedras, artefactos incendiarios y, en ocasiones, armas de fuego, mientras que el Ejército dispara fuego real.

Desde el viernes, estos enfrentamientos han costado la vida a 33 personas, todas civiles tailandeses, y han provocado heridas a 230, entre las que se encuentran seis extranjeros. El balance total se eleva a 61 muertos y alrededor de 1.700 heridos desde mediados de marzo.

Complicada vida ciudadana

En este contexto, la semana que comienza hoy se presenta muy turbulenta en una ciudad de doce millones de habitantes. El transporte público no funciona con normalidad. La vuelta a los centros escolares tras las vacaciones se ha retrasado una semana y el Gobierno ha decretado que hoy y mañana sean festivos. El estado de emergencia se ha ampliado a otras cinco provincias.

El primer ministro Abhisit Vejjajiva, cuyo plan de superar la crisis mediante negociaciones de hace diez días parece haber pasado a mejor vida, llamó de nuevo a los manifestantes a levantar su campamento tras advertirles de que las operaciones militares se endurecerán.

El Ejército ha cortado el suministro de agua, electricidad y alimentos hacia la «zona roja». El poder ha renunciado por el momento a decretar inmediatamente el toque de queda, una medida considerada excesivamente dura por los habitantes que siguen en el barrio más afectado.

Por su parte, los más convencidos de los manifestantes dicen estar dispuestos a «luchar hasta la muerte», tras haber levantado barricadas de alambre de espino, neumáticos empapados de keroseno y bambú en torno a la zona de varios kilómetros cuadrados que ocupan.

Las autoridades pidieron ayer a la Cruz Roja que participe en la evacuación de los manifestantes que voluntariamente quieran abandonar la zona, en la que quedarían unas 6.000 personas según el Gobierno.

«Los niños, mujeres y ancianos pueden partir libremente. Los hombres deben probar que no están armados», indicó el portavoz del Ejército, el coronel Sunsern Kaewkumnerd.

El coronel Sunsern, además, desmintió que los soldados hayan disparado intencionadamente contra los manifestantes.

Uno de los principales líderes de los «camisas rojas» hizo un llamamiento solemne al rey Bhumibol Adulyadej, de 82 años, a quien presentó como «la única esperanza» para apaciguar la situación. Hospitalizado desde setiembre, el monarca no se ha expresado aún públicamente sobre esta crisis.

Inquietud en el extranjero

El incremento de la violencia en los últimos días inquieta cada vez más a los países extranjeros. EEUU ha sido el primero en ordenar la evacuación el sábado del personal no esencial de su Embajada en Bangkok y en aconsejar a sus ciudadanos que no viajen a Tailandia.

Por otra parte, las transacciones vinculadas al ex primer ministro de Tailandia Thaksin Shinawatra, que involucran a 106 bancos o cuentas de acciones, serán congeladas si se descubre que está ligado a las protestas los opositores al Gobierno de Bangkok, según informó ayer el Consejo de Seguridad Nacional.

Las cuentas y activos mantenidos por asociados, familiares y empresas vinculadas al exiliado multimillonario serán observadas y congeladas si se demuestra su vinculación con las protestas.

La bolsa de valores de Tailandia, gestión de activos, firmas aseguradoras y los bancos comerciales tienen prohibido facilitar tales transacciones, hizo saber el secretario general del Consejo, Tawil Pliensri.

El Gobierno tailandés dice que Thaksin, quien se cree que estaría actualmente en Montenegro eludiendo una condena de dos años de cárcel por corrupción, es el líder de facto y principal financiador de los manifestantes «camisas rojas» que mantienen la ocupación del distrito financiero de Bangkok.

el rey, ausente

El rey Bhumibol Adulyadej, considerado un pilar esencial de la sociedad tailandesa, permanece sin embargo al margen del conflicto. El monarca, de 82 años y considerado como un semidiós, reina en Tailandia desde 1946.

emergencia

El Gobierno tailandés decretó ayer la extensión del estado de emergencia a cinco provincias más: Ubon Rachathani, Mahasarajam, Roi Et, Sakon Najon y Nong Bua Lampu. Ya son 17 las provincias en las que se aplica esta medida.

prensa, «objetivo»

El Ejército tailandés aconsejó ayer a los periodistas que no acudan al barrio controlado por los opositores, «ya que la prensa es un objetivo de los terroristas», según señaló el coronel Sunsern Kaewkumnerd, portavoz de los militares.

hotel de lujo

Un hotel de lujo de Bangkok, situado en las inmediaciones del barrio controlado por los manifestantes antigubernamentales, fue alcanzado por disparos tras una fuerte explosión, obligando a los clientes a refugiarse en el sótano.

«Un largo fin de semana de guerra» para los habitantes de Bangkok

Nada más escuchar los disparos, Krichana Phanitphong quiso avisar a un amigo de que no saliera al balcón. Demasiado tarde. El hombre recibió un tiro y su muerte muestra el peligro en el que se han visto brutalmente inmersos los habitantes de la «zona roja» de Bangkok.

«Estaba inquieto y abrí la ventana para decirle a mi amigo que entrase. En ese momento recibió el impacto de frente», explica Krichana, un antiguo cantante pop de 32 años.

«Yo también recibí un disparo en el hombro», cuenta a France Presse desde su cama del hospital.

Las 33 personas que han muerto desde el jueves por la noche, cuando comenzó la operación militar para aislar a los miles de «camisas rojas» que ocupan el céntrico barrio de Rachaprasong, son todas civiles.

La gran mayoría de ellas son manifestantes, pero los habitantes del barrio no han sido ajenos a las balas perdidas.

«Como pasa en una guerra, nadie está realmente protegido», subraya Chalida Pajaroensuk, director de una ONG de defensa de los derechos humanos de Bangkok.

Un enfermero de los servicios de emergencia también murió el sábado en plena intervención, mientras que cuatro periodistas han sido heridos de bala desde el jueves

Krichana y su amigo recibieron los disparos en la avenida Rachaprarop, una de los principales zonas de enfrentamiento de estos últimos días, en el límite norte de la zona ocupada por los manifestantes.

«Su cuerpo sigue en el balcón y no lo pueden retirar, porque los soldados no autorizan a nadie entrar en el inmueble», lamenta Krichana.

Human Rights Watch (HRW) considera que las autoridades tailandeses se han dejado caer por «una pendiente peligrosa», que podría concluir en graves violaciones de los derechos humanos y recuerda que en la zona en la que se han desplegado los soldados vive gente. Ian TIMBERLAKE (AFP)

ultimátum

El Gobierno tailandés avisó ayer a los opositores que tienen de plazo hasta hoy para disolver a los manifestantes, a pesar de haber renunciado a imponer el toque de queda en la zona central de Bangkok tras los enfrentamientos.

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