El danés Chris Sorensen (Saxo Bank) logró en la octava etapa del Giro una de esas victorias que llegan al corazón del aficionado. Con un gesto de sufrimiento extremo en su rostro, Sorensen hizo buena en el alto del Terminillo la fuga de 17 corredores que se había gestado en el kilómetro 60 de etapa. Entre los favoritos de la general, Alexandre Vinokourov (Astana) mantuvo la maglia rosa sin problemas a pesar de los leves ataques que protagonizaron hombres como Nibali o Garzelli.

Tras la paliza de «ciclo-cross» que se dieron los ciclistas el sábado, la etapa de ayer, con la subida final al Terminillo como gran dificultad de la jornada, tampoco resultó nada cómoda. Con el mal tiempo haciendo de las suyas, el pelotón se partía en dos ya en los primeros kilómetros y otra retirada ilustre golpeaba la moral de los organizadores: Alessandro Petacchi, de 36 años y con 21 victorias de etapa en el Giro, decía adiós a la ronda italiana por problemas respiratorios.

Y en el kilómetro 60 un grupo formado por 17 corredores comenzaba su aventura con el objetivo de luchar por la victoria de etapa. Los que se marchaban eran Carlos Ochoa y Jackson Rodriguez (Androni), Johann Tschopp y Thomas Voeckler (Bougyues), Sebastian Hinault y Anthony Ravard (Ag2R), Rigoberto Urán (Caisse), David Moncoutie (Cofidis), Matthias Brandle (Footon), Steven Krujiswijk (Rabobank), Steven Cummings y Christopher Froome (Sky), Evgeni Petrov (Katusha), Chris Sorensen (Saxo Bank), Simone Stortoni (Colnago), Cayetano Sarmiento (Acqua) y Addy Engels (Quick Step).

Detrás, fueron el Astana del líder Vinokourov y el Lampre de Damiano Cunego los que intentaron acelerar el ritmo para reducir distancias respecto a los fugados. A 35 kilómetros de meta, el grupo delantero tenía tres minutos de ventaja y a pie de puerto la distancia era de 2.35. La renta iba a ser suficiente para un Sorensen que, a falta de unos seis kilómetros, soltaba de rueda al italiano Simone Stortoni, segundo en la etapa, y se encaminaba hacia la meta en un via crucis que tendría final feliz. El corredor danés de 25 años cruzaba la meta victorioso en mitad de una densa niebla.

Segundos espadas

En el grupo de favoritos, a diferencia de lo que ocurrió la víspera, los ataques fueron pocos y sin demasiada fe. Vinokourov no vio peligrar su liderato en ningún momento, Evans no quiso ningún protagonismo, y Nibali se dedicó a ayudar a Basso aunque lo intentó en algún momento. Con ese panorama, los grandes beneficiados de la etapa acabaron siendo segundos espadas como Garzelli o Scarponi, que mejoran sus posiciones en la clasificación gracias a que Sastre o Wiggins parecen no estar a la altura de los mejores en la montaña. Arroyo fue otro de los que acabó perdiendo tiempo tras su exhibición del sábado.

Hoy se disputa la novena etapa, de 187 kilómetros, entre Frosinone y Cava de Tirreni. Aunque el recorrido es bastante llano y adecuado para los sprinters, habrá que ver si sus equipos son capaces, de una vez, de controlar la carrera.