Iñaki Lekuona Periodista
Clase de sociedad
La clase media nació, se dice, entre el hollín de la industrialización del XIX, a mitad de camino entre la miseria de la clase obrera y la codicia insaciable de una burguesía adinerada que explotó hasta la extenuación a hombres, mujeres y niños. En el XX, y después de muchas lágrimas, mucho sudor y mucha sangre, una buena parte de la clase obrera, que admiraba la posición privilegiada de funcionarios, médicos, arquitectos, o abogados, consiguió legar a sus nietos una sociedad donde la clase media es mayoría. En occidente son relativamente pocos, demasiados, los que se sitúan bajo el umbral de la pobreza. Pero esta clase media, de tan amplia, es extremadamente desigual.
De clase media es Hervé Mariton, diputado UMP que no se siente privilegiado por ganar 5.000 euros al mes; en realidad ingresa casi 7.000, pero el bueno de Mariton es amigo del redondeo y desconoce la matemática elemental. De clase media es Arantza Quiroga, para quien no es comparable el esfuerzo de un parlamentario al de cualquier otro trabajador y, por ello, se resiste a rebajarse el sueldo, que en su caso supera con creces los 5.000 y pico euros brutos al mes.
De clase media es el panadero de la esquina, y la kioskera, y el carnicero, y la señora de la limpieza, y el operario de la fábrica, y el camarero del bar de al lado, y el cartero que nos trae las facturas; y sin embargo qué lejos están de la media de Mariton o Quiroga, cuya clase deja mucho que desear. Amenazados por los créditos y adormecidos por los mass media de la oligarquía, aquellos han olvidado que no son otra cosa que trabajadores en una sociedad de clases. Esta es la clase de sociedad que tenemos. Y quizá la merezcamos.