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Transformar el «triunfo de la codicia» en un sistema basado en la solidaridad

Directivos y cuadros de los servicios de acción social del Estado francés (ANCCAS) han debatido en Urruña sobre las consecuencias de la crisis en las ayudas sociales. Más allá de adecuaciones puntuales, constatan que es el propio sistema el que está en cuestión.

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Arantxa MANTEROLA

Cerca de un centenar de responsables que trabajan en el ámbito de las ayudas sociales públicas escucharon con gran atención las teorías de Joseph Carles, economista y profesor universitario de Toulouse, que abrió el congreso anual de la ANCCAS (asociación de cuadros de los servicios sociales, celebrado esta semana en Urruña, con una conferencia con el tema estrella del momento: crisis financiera, crisis social, crisis de financiación.

En su análisis sobre la situación actual, el experto repasó las teorías de varios conocidos economistas como el estadounidense Joseph Stiglitz, que aboga por un retorno a la moderación del gasto pero también a valores como la solidaridad y la ética, o las del profesor francés Gabriel Colletis que está convencido de que una regulación del sistema capitalista-financiero, aunque necesaria, no es suficiente y que, a largo plazo, se impone un cambio de modelo -el del desarrollo sostenible- en el que lo económico y lo social estén articulados de tal modo que obliguen al financiero a volver a su sitio natural y acabar, así, con su hegemonía actual.

Carles fue bastante crítico con el discurso que prima en estos momentos, según el cual la reducción del gasto es indispensable para volver a impulsar la economía «porque en él se obvian los daños colaterales» que, entre otros, se reflejan en la cobertura social, cuestión que incumbe directamente a los servicios que gestionan este tipo de ayudas.

Para el economista, la crisis no puede abordarse únicamente desde el aspecto económico: «Hay que integrar, asimismo, la trasformación de la sociedad que ha pasado de la modernidad a la postmodernidad y en el que las demandas, las necesidades e, incluso, los valores no son los mismos que en un sistema basado exclusivamente en la productividad».

Tras apoyarse en diferentes reflexiones de eminentes sociólogos, el ponente encaró la problemática a la que su audiencia se ve confrontada, máxime en esta situación de crisis. Y es que, los dirigentes de los servicios de ayuda social deben capear a diario las consecuencias negativas de la política de recortes decretada por el Estado y que, inexorablemente, conduce a un aumento de las desigualdades.

Algunas pistas

Carles enumeró varias pistas que, «si bien no van a cambiar el sistema de la economía de mercado, pueden regular los efectos negativos». Empezó matizando el significado de regular «que no es lo mismo que reglamentar, sino intervenir y en eso ustedes deben ser agentes activos» manifestó en dirección a los congresistas. Dicha «regulación» debería basarse, segun Carles, en la escucha de los ciudadanos y sectores afectados pero, también, en la participación de los organismos privados que intervienen en el campo de ayuda social: «Hay que romper con el cliché de que el sector público es el único agente en este ámbito y dirigirse hacia un sistema mixto en colaboración con los organismos privados sin ánimo de lucro».

Extendió la recomendación a los propios entes de acción social: «Los CCAS son, a menudo, una coalición de `asociados rivales' en el que cada uno trabaja para sus propios resultados. Si hay que construir redes de solidaridad, es necesario compartir los mismos valores, impulsar el trabajo en común y aceptar que, a veces, sean otros quienes lleven el timón».

Respecto a los recursos, el economista calificó de «tímidos» los pasos dados para aumentar los ingresos vía medidas fiscales «más equitativas, que no universales». Criticó el modo en que París ha llevado a cabo la descentralización al traspasar determinadas competencias, entre ellas la del RSA (ingreso de solidaridad a personas sin recursos), que ha confrontado a las instituciones locales con París «porque consideran que el Estado se ha quitado de encima una obligación sin aportar los recursos necesarios».

Convencido de que corto a plazo «seguiremos padeciendo los efectos de la crisis», finalizó animando a los asistentes a trabajar para, a medio-largo plazo, transformar el «triunfo de la codicia» en el paradigma de la solidaridad. «Creo firmemente en la emergencia de lo social» apostilló.

 

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