Lejos de las propuestas de una nueva regulación de los mercados o de incluso «reformar el capitalismo» que se oyeron en anteriores reuniones del G20, los ministros de Finanzas y gobernadores de los bancos centrales del Grupo de los Veinte (G20), que agrupa a las economías más desarrolladas del mundo, concluyeron ayer la reunión de dos días en Busan (Corea del Sur) con un comunicado en el que reclaman los países con «desafíos fiscales» que aceleren el ritmo de su consolidación en busca de la sostenibilidad fiscal, pero no presentaron acuerdos sobre cambios en el sistema para afrontar la crisis.

Los países ricos y emergentes indicaron que los problemas de deuda en Europa «demuestran la importancia de unas finanzas públicas sostenibles y la necesidad de un sostenibilidad fiscal», y apoyaron las recientes medidas tomadas en varios países para recortar el gasto público, animando a los «los países con serios desafíos fiscales» a seguir haciéndolo porque «necesitan acelerar el ritmo de consolidación». Por lo demás, el comunicado exhibió una serie de propósitos para «apuntalar la recuperación económica», impulsar la «cooperación internacional» y respaldar «un mayor progreso» en la reparación del tejido financiero.

Al término de la reunión, sin embargo, el ministro surcoreano de Finanzas y anfitrión del encuentro, Yoon Jeung-hyun, expresó su preocupación al considerar que la situación en la Eurozona está retrasando, «indirectamente», las estrategias de recuperación en algunas naciones. Otros, como el titular argentino de Finanzas, Amado Boudou, consideraron que se puso «demasiado énfasis» en la consolidación fiscal y que «hay que seguir manteniendo estímulos a la demanda». En cambio, el director del FMI, Dominique Strauss-Kahn, sostuvo que «una consolidación fiscal más rápida al principio tendrá un efecto negativo, pero a medio plazo es positiva para el crecimiento». El gobernador del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, afirmó por su parte que hubo un entendimiento «muy bueno» de las medidas adoptadas por Europa.

Sin tasa bancaria

Donde no hubo acuerdo fue en la cuestión de una tasa bancaria global, destinada a recuperar el dinero gastado en el rescate de las entidades financieras y tener fondos para cubrir hipotéticos rescates en el futuro. En principio, la apoyan EEUU y Europa, mientras la rechazan Canadá, Australia y los países emergentes al considerar que puede ahogar el crédito.

Aunque muy debatida en los días previos a la reunión, finalmente la posibilidad del gravamen no fue mencionada en el comunicado final, que indicó sólo que «el sector financiero debe hacer una contribución justa y sustancial dirigida al pago de la carga asociada a las intervenciones de los gobiernos».

La reforma del sistema fiscal fue otro de los puntos centrales de las discusiones, En este ámbito concluyó que «se requiere de mayor transparencia y del refuerzo de los balances bancarios, así como mejorar el modo de gobernar las empresas financieras». Se acordó cerrar para finales de este año nuevas normas para mejorar los estándares de capital y liquidez de los bancos.