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Francisco Larrauri Psic�logo

La contradicci�n del president Montilla

Las cartas est�n marcadas desde el principio de la partida porque el Estado espa�ol est� acostumbrado a negociar con representantes que no defienden lo que proclaman y se ponen muy nerviosos y soberbios con la coherencia de quien defiende sin trampas lo que dice. Es un aut�ntico juego de trileros pol�ticos

Despu�s de la que ha armado el Tribunal Constitucional espa�ol con la sentencia del Estatut catal�n, Jos� Montilla no pod�a olvidar d�nde vive y ha dicho que se sumar� a la manifestaci�n convocada por Omnium Cultural para el 10 de julio. Al mismo tiempo, sin olvidar a qu� partido sirve, no ha tardado ni veinticuatro horas, incluso sin conocer los fundamentos jur�dicos de la sentencia, en manifestar que el Estatuto rebajado por el TC es un avance para el autogobierno de Catalunya. Hace falta recapitular unos meses atr�s para entender esta contradicci�n.

Es conveniente no olvidar que Pasqual Maragall, desde el primer d�a en que fue investido president de la Generalitat con los votos de ERC, vivi� un acoso y derribo por su proyecto de Estatut. Todo acab� con la imposici�n de Montilla, entonces ministro en Madrid, gracias al intervencionismo nada disimulado del PSOE. No en balde Zapatero le dijo a Artur Mas �el PSC soy yo�. El primer tripartito catal�n con Maragall, ERC e ICV-EUiA destap� las ra�ces franquistas del Gobierno de entonces del PP, y a los nacionalistas espa�oles del PSOE les despert� los demonios heredados del PP. Montilla aparece en escena entonces con la excusa de repescar los votos del <<cintur�n rojo>> que el socialismo espa�ol recibe en las generales pero que se escapan del catalanismo del PSC en las auton�micas. Como caballo de Troya, Montilla emerge tambi�n para hacer los deberes de Madrid en las diferentes facetas sociopol�ticas. Primero se desmarc� de las inocentes selecciones deportivas nacionales, que siempre han molestado a Madrid. En esa misma l�nea, ahora empieza a frenar el cabreo inicial por la sentencia del TC, puntualizando que no estar� detr�s del lema oficial de la manifestaci�n, �Somos una naci�n/ tenemos derecho a decidir�, sino que se situar� detr�s de una senyera.

Pero la desuni�n y separaci�n de intereses, como los del president Montilla, comenz� meses antes con el pacto entre CiU y Zapatero. O sea, todo se mueve por intereses partidistas y, en �ltima instancia, econ�micos y de poder. Ahora se trata de salir en la foto de la gran manifestaci�n de Barcelona, aunque el Estatuto del TC, que por ocho veces insiste en la �indisoluble unidad de Espa�a� -esto es gasolina para ma�ana-, signifique para Montilla un avance para el autogobierno.

La fuerza del nacionalismo espa�ol en Catalunya, con el TC a la cabeza, reside en la uni�n establecida en el a�o 2006 a trav�s de una llamada del presidente espa�ol Rodr�guez Zapatero al tel�fono privado del jefe de la oposici�n, Artur Mas, para secretamente pactar de forma bilateral entre PSOE y CiU un nuevo Estatut reformado en un 65% de su articulado. El pueblo catal�n sab�a que el Estatut votado y aprobado en Catalunya, conocido como el Estatut soberanista del 30 de setiembre, ten�a que pasar por el cepillo del Estado espa�ol, pero con la confianza l�gica de que ser�a defendido con la misma unidad con que se hab�a firmado. La desuni�n continu� cuando un chulesco Alfonso Guerra manifest� que el Estatut lo hab�a �cepillado y estaba m�s limpio que una patena�>. En esta din�mica se ha seguido cuatro a�os. Ahora el TC se ha parapetado en la indisoluble unidad de Espa�a, como lo hizo Franco para iniciar la guerra de 1936.

Como bien ha escrito en estas p�ginas Alvarez-Sol�s, el Estatut ya estaba muerto. Pues no ha pasado nunca de ser una especie de ley org�nica que depend�a de la Constituci�n espa�ola, por la desidia de unos partidos que han crecido en corrupci�n y crecer�n en abstenci�n. Ahora estos partidos, hipotecados, junto con el soberanismo popular catal�n que no desfallece, llaman a la gran manifestaci�n para salvar lo que algunos llamaron la �v�a catalana�. Si en las mejores condiciones lo m�s lejos que ha llegado el nacionalismo de derecha de CiU ha sido hasta el pacto Mas-Zapatero con la foto del 21 de enero del 2006, �qu� se puede esperar ahora del que era ministro en Madrid?

Estamos lejos de aquella situaci�n de extrema fragilidad democr�tica en que se redact� con las pistolas en los cogotes el Estatut de 1979, pero en esta ocasi�n, ya en el siglo XXI, no han faltado ni declaraciones militares ancladas en el franquismo ni reiteradas declaraciones sobre la indisolubilidad del territorio por parte del TC, para que algunas instituciones no pierdan protagonismo.

La cara de satisfacci�n y de gusto del socialismo espa�olista -al que hay que incluir a un disimulado Montilla- despertar� seguramente a centenares de miles de personas que el pr�ximo fin de semana se manifestaran, aunque tuvieran preparada la mejor salida playera, a favor del derecho a decidir. Pero las cartas est�n marcadas desde el principio de la partida porque el Estado espa�ol est� acostumbrado a negociar con representantes que no defienden lo que proclaman y se ponen muy nerviosos y soberbios con la coherencia de quien defiende sin trampas lo que dice. Es un aut�ntico juego de trileros pol�ticos. Para eso han creado y votado la ley de Partidos pol�ticos. La coherencia les horroriza.

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