Tras la culminación de un acuerdo de cooperación firmado en 2004 entre el museo francés y la comisión saudí para el turismo y antigüedades, «Rutas de Arabia. Arqueología e Historia del Reino de Arabia Saudí» debía de ser inaugurada ayer por el rey Abdullah en París, pero la visita del soberano fue inesperadamente aplazada. Desde que en 2006 la pinacoteca francesa acogiera la exposición «Obras maestras de la colección de arte islámico del Museo del Louvre», la familia real saudí mantiene un creciente interés por el Louvre. La construcción de nuevas salas del departamento de arte islámico se financiará en parte mediante una importante donación (17 millones de euros) del príncipe al-Walid ben Talal. En la exposición que arranca mañana y que se prolongará hasta el 27 de setiembre, no habrá presencia real, aunque sí cerca de 320 piezas de las que sus dos terceras partes son anteriores al nacimiento del Islam. Los objetos expuestos «nunca se han visto, no sólo en Occidente, sino tampoco en Arabia Saudí», explica Béatrice André-Salvani, directora del departamento de antigüedades orientales del Louvre. Provienen principalmente del Museo Nacional en Riad, del Museo Arqueológico de la Universidad del Rey Saoud y de diferentes museos regionales.

Una pequeña estela antropomorfa de arenisca roja que data del cuarto milenio antes de Cristo se expone por primera vez. La cabeza está levemente inclinada y sus trazos sugieren dolor o tristeza. Esta lápida y las que le acompañan han sido interpretadas como «ídolos paganos que el Profeta destruyó», apunta André-Salvani. Otra pieza sorprendente, una «estela de ojos», decorada con un rostro estilizado dentro de un cuadrado y una inscripción en arameo, está fechada entre los siglos V y IV a.C. Diversas estatuas de gran tamaño de arenisca roja probablemente representan los gobernantes del reino de Lihyân, que jugaron un importante papel en el comercio de las caravanas. Con el nacimiento del Islam, en la costa oeste de Arabia, las rutas comerciales árabes se convirtieron en rutas de peregrinación a las ciudades santas de La Meca y Medina. La pieza central de la exposición es una puerta de la Kaaba, donada a La Meca por un gobernante otomano del siglo XVII, chapada en plata dorada. Sustituida en 1940, se conserva en el Museo de Riad.

Venus Vuelve a su sala original

Otra que espera a los visitantes en el Louvre es la Venus de Milo. La joya del arte griego de esta pinacoteca ha sido restaurada, lo que ha permitido desvelar algunos de los secretos de esta figura que llegó a territorio francés hace cerca de dos siglos. Estrella de las colecciones del museo más visitado del mundo, codo con codo con la «Victoria de Samotracia» y la «Mona Lisa», Venus ha sido instalada en una sala más grande del museo, diseñada especialmente para que los seis millones de visitantes que cada año pasan por delante de ella puedan admirarla en mejores condiciones.

El conjunto de las salas destinadas al arte griego clásico (450 a 30 a.C.) se ha reorganizado teniendo en cuenta el flujo que se produce en torno a esta obra. Descubierta por un campesino en 1820 en Milo, la estatua está datada en el 120 a.C. El Estado francés la compró en 1821 a través de su embajador en Constantinopla, porque Grecia estaba entonces bajo el dominio otomano. El Louvre le dedicó una sala de más de 200 metros cuadrados, donde estuvo expuesta hasta 1934 y allí ha regresado de nuevo, tras comprobarse con un estudio la fragilidad de su parte superior y que, por ejemplo, su nariz había sido cortada durante su restauración en 1921. Han decidido quitar el «apéndice» falso y ponerle una nariz de yeso.