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Belén MARTÍNEZ Analista social

Bai Udalbiltzari

Decía Marx, en «El 18 Brumario de Luis Bonaparte», que la historia se repite: «la primera vez como tragedia, la segunda como farsa». El jueves comienza el juicio contra Udalbiltza. 22 personas -la mayoría, elegida democráticamente- se enfrentan a penas de cárcel que oscilan entre 10 y 23 años. Aquí también la historia se repite. Es una táctica empleada para dejar fuera del ámbito institucional a quienes trabajan a favor de Euskal Herria, gracias a una legislación ad hoc con la que la Justicia se desmaterializa y se volatiliza día tras día.

Los macrosumarios abiertos en la Audiencia Nacional son como aquel laberinto construido por Dédalo, con innumerables pasillos y calles sinuosas abriéndose unos a otras que parecían no tener principio ni final. Las actuaciones judiciales constituyen una experiencia continuada de injusticia que termina por invalidar hasta la hipótesis misma de la existencia de Justicia.

La Constitución es inmutable e irreversible. En cambio, el delito es variable y reversible. Los tahúres «de la ley» siempre tendrán bajo la manga otra carta marcada.

En la era de los Estados transnacionales y de la economía mundial, el Pueblo Vasco es una ficción. He aquí la enseñanza pragmática. A la hora de la Europa fortaleza y el desmantelamiento del socialismo real, el objetivo prioritario es minar nuestras esperanzas y confiscar nuestros sueños. Como si la defensa de Euskal Herria -y de otra Europa más justa- fuera una causa perdida, una inocencia original. Como si la lucha por la emancipación de las personas y de los pueblos se relegara al ámbito de los deseos impracticables. Como si otro mundo ya no fuera posible.

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