CRíTICA cine

«Nothing personal»

Koldo LANDALUZE

En este su debut detrás de la cámara la guionista y cineasta holandesa, de origen polaco, Urszula Antoniak sorprende con una de las películas más inteligentes y arriesgadas de la temporada. Cada una de las bazas que mueven los resortes de un argumento perfectamente calibrado, son un auténtico reto para el espectador que, por fin, es tratado como un ente inteligente ya que a él le corresponde unir las piezas que componen este desgarrado drama. La cineasta apenas da pistas sobre el pasado de sus personajes; los encontramos errantes, perdidos en mitad de un paisaje emocional y convulso al que presta su fisonomía los prados irlandeses. Sus personajes centrales tampoco suscitan el cariño del espectador porque siempre se muestran distantes, excesivamente herméticos en su tragedia. Sin embargo, paulatinamente y a medida que los vamos conociendo, suscitan nuestro interés y cariño.

Tras un punto de partida que desconcierta por su valentía, esta película que cosechó cinco galardones en el Festival de Locarno de 2009, relata la huida emprendida por una mujer en apariencia destrozada y que encontrará en la compañía de un granjero la efímera estabilidad que requiere para prolongar su ruta errática.

Hasta aquí la trama nos suena a tantas otras películas que, con mayor o menor fortuna, presentan a personajes que buscan  alejarse de este mundo, pero Antoniak se revela ante esta opción y apuesta por el riesgo que supone encadenar giros que rompen las previsiones y abren nuevas vías en la trayectoria vital de sus personajes. En su aparente desestructuración formal, el guión no chirría en momento alguno debido a que la cineasta sabe envolverlo dentro de una atmósfera de gran intensidad y en una utilización de la música tan original como inteligente que rompe los espacios de silencio en los que gravitan la pareja protagonista.

Mención especial merecen las interpretaciones de Lotte Verbeek y un Stephen Rea cuyo eterno rostro de palo resulta perfecto para su papel de granjero.