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Otras alternativas al Guggenheim Urdaibai para reactivar la comarca

Hay que transformar el concepto tradicional de museo y combinar arte y naturaleza, aprovechando los medios ya existentes en la comarca de Urdaibai. Son algunas de las conclusiones de la conferencia «Impactos de las políticas culturales. Reflexiones y debates sobre el proyecto Guggenheim Urdaibai» que se celebró ayer en los cursos de verano Bilbao Arte eta Kultura (BAK), en la que criticaron la «contaminación política» del debate sobre el proyecto.

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Ane ARRUTI | BILBO

¿Dónde colocamos la sucursal del Guggenheim? Esa fue la pregunta inicial que, según el profesor de la UPV Ramón Zallo, se hizo la Diputación de Bizkaia en su día y no el qué hacemos con Urdaibai. De ahí que el planteamiento que ha derivado de esa pregunta no responda a las verdaderas necesidades de la comarca. «La visión del informe de la Diputación es aprovechar una marca prolongando una experiencia exitosa en claves turísticas para otra zona -añadió-. El `efecto Gerhy' se ha intentado imitar en varias ciudades y no ha salido bien. Lo de Bilbo ha sido un caso único».

Las declaraciones las realizó en los cursos de verano BAK que organiza la UPV en la capital vizcaina. En la conferencia «Impactos de las políticas culturales. Reflexiones y debates sobre el proyecto Guggenheim Urdaibai» también participaron el pintor y profesor de la UPV Jesus Mari Lazkano y la abogada catalana Roser Ràfols.

Lazkano, quien en su día mostró su respaldo al proyecto de un segundo Guggenheim en la comarca vizcaina, defendió que «el museo no va a salvar para nada Urdaibai. Es el propio territorio, el valor paisajístico, el sentimiento de los vecinos de la comarca lo que va a salvar a un museo que sea capaz de poner la plataforma perfecta para poder innovar en una nueva línea museológica». El artista apostó por un modelo de museo «sin edificio», que funcione como catalizador de distintos campos.

Valorar lo inmaterial

«Las instituciones privilegian los continentes sobre los contenidos», destacó Zallo, quien apostó por invertir en la parte inmaterial y calificó de «panacea, caro y muy arriesgado» el proyecto de un segundo Guggenheim. «Se gasta tanto en continentes que luego no hay dinero para contenidos». «El debate no debería ser Guggenheim Urdaibai sí o no», insistió. En todo caso, «mi posición es la de quizá, la decisión que se tome sobre el tipo de equipamiento se debe enmarcar en un plan integral, medioambiental y económico, comarcal de verdad». En ese sentido, planteó una alternativa de «equipamientos culturales prioritarios en el país», como un «Museo de la historia y de la sociedad vasca», y sugirió un nuevo equipamiento Guggenheim «a ubicar sea en Bilbao, Gernika, Bermeo o Sukarrieta, pero de coste limitado y en el que se prime el contenido y la experiencia cultural».

Por su parte, Lazkano subrayó que el museo debe propiciar el encuentro del artista con el espectador y, en la mayoría de ellos, los visitantes acceden a un mundo cerrado, sin participar en el proceso creativo de la obra. «Un nuevo museo no puede ser sólo para artistas. Adoptemos ese nuevo plateamiento museístico en el que los procesos creativos son el núcleo, no la presentación de la obra terminada, que también, sino que los espacios donde trabajan los artistas puedan ser visitados», propuso.

En esa línea, planteó «vivir el arte como una experiencia transformadora de la realidad», innovando en las propuestas y trabajando, actuando y pensando «en y desde el paisaje». Todo ello se traduciría con estancias de artistas en residencia, que trabajarían in situ, interactuando tanto con el entorno como con los espectadores.

Lazkano apostó por aprovechar lo que ya está construido como el palacio Txirapozu, que podría convertirse en un punto de encuentro de artistas, carpinteros, escultores, ingenieros o pescadores, un espacio de confluencia abierto para «pensar en global con respuestas locales».

DEBATE IRRACIONAL

«Sueño con un museo en el que todo el mundo sea partícipe. La discusión política nos está impidiendo hablar sobre el modelo de museo y se ha instalado un debate totalmente irracional. Hablemos de ello», animó Jesus Mari Lazkano.

En Catalunya el proyecto sería inviable

La abogada Roser Ràfols acercó la situación de la legislación de Catalunya y destacó que un proyecto como la implantación del museo Guggenheim en una zona protegida sería inviable desde una perspectiva jurídico-urbanística. Además de las restricciones legales, explicó que determinadas zonas del territorio catalán se encuentran sujetas a una protección adicional derivada del denominado «Pla d´Espais d´Interès Natural» (PEIN). «Los planes especiales aprobados para cada zona protegida en desarrollo del PEIN prevén en general restricciones muy severas a cualquier uso o desarrollo edificatorio en suelo protegido limitándose los usos autorizados a la conservación de las edificaciones de carácter rural ya existentes», dijo. El PEIN protege actualmente 165 zonas, más de 900 mil hectáreas.

Ràfols mencionó como ejemplo, la paralización de la construcción de determinadas infraestructuras como el denominado Quart Cinturó, cuyo trazado atraviesa varios parajes del parque natural del Montseny y de Sant Llorenç del Munt, o la construcción de la línea eléctrica de Muy Alta Tensión (MAT). A. A.

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