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Hoy sigue siendo 12 de enero en Haití

Horas después de que un terremoto de de 7 grados en la escala Richter borrara del mapa buena parte de Puerto Príncipe y vastas zonas de Haití, los marines estadounidenses lanzaron una operación de «rescate» y «reconstrucción» que corrió en paralelo con las promesas de ayuda lanzadas desde las cancillerías occidentales. Seis meses después, sólo 28.000 del millón y medio de haitianos que quedaron a la intemperie tras el seísmo -que dejó un dramático saldo de 300.000 muertos-, ha sido realojado. Y son cifras oficiales. Los que auguraron entonces que todas las promesas iban a ser incumplidas se han quedado cortos.

Si la situación de Haití antes del 12 de enero de 2010 era ya dramática, qué decir del escenario actual, con miles y miles de toneladas de escombros intocados y con una población expuesta a los rigores de la temporada anual de huracanes, que ya ha llegado a la región.

La ONU estaba en Haití antes del seísmo. Y sigue allí. ¿Haciendo qué? Apuntalando a un gobierno títere absolutamente incapaz. Porque si algo dejó en claro el terremoto es que la intervención internacional en el país caribeño no tiene otro objetivo que dejar que la isla se pudra lentamente. Pero sin que sus habitantes puedan siquiera asumir las riendas de su maltrecho presente e incierto futuro.

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