El de ayer fue un día especial para Moreau. En la puerta del hotel del Caisse d'Epargne estaba un coche decorado por su mujer y su hija con papeles en los que se podía leer en francés «Papá, te amamos». Se acercaron a acompañarle en una convocatoria que no salió como quiso porque no todos los medios se enteraron. Al término del entrenamiento atiende a GARA y a L'Equipe para explicar su retirada y hacer su balance de dieciséis años de profesional centrados en el Tour.

¿Por qué ha elegido el día de hoy?

Éste es el mejor momento para anunciar que dejo el ciclismo a final de temporada. Llevo 16 años de profesional, tengo 39, es mi decimoquinto Tour y estoy en una buena edad y en un gran equipo. No me falta nada para acabar bien. Al anunciarlo hace unas horas me han venido las lágrimas porque es un momento importante en mi vida, como cuando firmas el primer contrato como neo. La historia acaba, se cierra una etapa en mi vida. Voy a hacer el Tour como todos, lo mejor posible, con los buenos y malos momentos, y esta es una buena jornada para anunciarlo. En pleno Tour y con la opción de correr después los criteriums para despedirme de los aficionados que me han apoyado durante todos estos años.

¿Cuál ha sido su mejor momento en su trayectoria profesional?

El maillot amarillo que vestí en el Tour del 2001. Eso te queda como una cosa grande, como llevar el maillot de campeón francés. O mis victorias en la Dauphiné y un cuarto puesto en el Tour... La pena fue que por 30 segundos no pude ocupar una plaza, aunque fuera la más baja, en la foto del podio final con el Arco del Triunfo por detrás. Aunque en aquella época estaba encantado por acabar cuarto y hacer tercero en una crono del Tour por detrás de Armstrong y de Ullrich. Me pareció fantástico. Después he sido dos veces octavo, una undécimo y no me arrepiento de nada porque lo he dado todo a fondo, sin dejar nada durante estos años.

¿Y cuál fue su peor momento?

El affaire Festina en el Tour del 98, me ha marcado. Fue terrible porque era en pleno Tour, estaba en el mejor equipo, confiaban mucho en mis posibilidades y estaba muy contento de hacer mi trabajo para un líder como Virenque. Pero de aquel mal, conseguí hacer bien. Fui cogiendo confianza en mis posibilidades y mi palmarés se ha construido a partir de ahí. Después he ganado Dauphiné, Midi Libre, fui cuarto en el Tour. Fue un mal para un bien. No lo viviría dos veces, pero aquello también ayudó a tomar conciencia de algunas cosas.

¿Cree que lo que sucedió en el Tour del 98 cambió el ciclismo?

Con la evolución de los hechos llegas a la conclusión de que no ha servido del todo. No ha sido la solución milagrosa que ha arreglado todos los affaires que han seguido. No ha arreglado nada desgraciadamente porque en la época Festina era para muchos un equipo que había que detener de alguna manera, había que hacerlo desaparecer porque era el más grande. Había mucha rivalidad y se pensaba que si se mataba al perro se elimina la rabia. Se ha demostrado lo contrario. Hemos pagado quizás de manera injusta, aunque asumo completamente la situación de ese momento. Hicimos una falta y pagamos todos por ella, pero desgraciadamente no ha sido la solución.

Pero en esa época no se trataba de solucionar un problema, se trataba de eliminar a un equipo, era el más grande, el más fuerte. Era el equipo a batir, al margen de todos lo hechos que no podemos negar porque existieron las cosas y pasó lo que pasó. Yo entonces era joven, había tenido logros como acabar 19º mi segundo Tour, pero lo importante es que todos mis logros llegaron después sin recurrir a esas cosas.

Sin embargo, sus mejores recuerdos son de aquel Festina...

Me acuerdo de mi debut en 1995 en la Etoile de Besseges, de mi primer Tour, que fue el último de Indurain. Son imágenes que me vienen ahora a mi memoria. Y al margen de lo que pasó en aquel Tour del 98, tengo grandes recuerdos de mi época en Festina. No había diferencias entre los veteranos y los jóvenes, no había los grupos que podían existir en los 80. Estaban Virenque, Dufaux, Brochard o Hervé y yo era el más joven y nosotros estábamos muy integrados. Teníamos un gran equipo y trabajábamos para un gran líder que era Virenque. Tenía su carisma, su capacidad, la motivación. Era un líder que sabía serlo, un corredor que tenía la capacidad de hacer un grupo alrededor de él.

¿Qué le ha faltado como ciclista?

Tener más confianza en mí. Eso me ha faltado en el aspecto mental, ser más agresivo. Pero cuando pones en una balanza los pros y los contras, quizás ha sido por ser muy generoso.