El lapsus del octogenario actual presidente de RTVE, Alberto Oliart, se puede convertir en un clásico. Confundir transgénico con transexual es de difícil aceptación, aun teniendo en cuenta la edad de quien lo sufre, porque trasluce unas raíces ideológicas muy poco recomendables en estos tiempos en donde, precisamente, la lucha de los transexuales por un reconocimiento legal pleno de su identidad está en un primerísimo plano. Lo del señor Oliart es una sucesión de lapsus, errores y manifestaciones fuera de tono que poco o nada hacen crecer la confianza en la televisión pública estatal, especialmente cuando se van abortando los planes de máximos y en los de mínimos se recula hasta puntos que rozan la inviabilidad, concretamente en la falta de definición con esa cadena que tanto amamos, que tantas veces nos saca del marasmo y que está sufriendo la caída de algunos programas emblemáticos: La 2. Se intenta balancear parte de sus contenidos hacia el canal 24 horas, pero bueno será que se aclaren los directivos y programadores para que se pueda estabilizar la oferta de una manera clara y si se deben perder efectivos, bajar audiencias, que sea siempre en la búsqueda de la excelencia programática, es decir para que sea la reserva natural de la televisión pública y no un baúl de los recuerdos o un trastero como a veces puede parecer.

Esto de la fama televisiva iguala al final a los personajes más conspicuos y de repente en el mismo plano televisivo se vislumbra un desnudo de Cachuli, el ex-alcalde de Marbella, en Interviú, con sus supuestas fotos producto de robados, posados y demás jergas del mundo escabroso de la prensa rosa tirando al amarillo y la separación del matrimonio Bono-Rodríguez. Es decir el presidente del congreso de los diputados de España es noticia por una separación matrimonial, asunto del ámbito privado, pero que en esta ocasión llega cuando existe una rumorología bastante extendida sobre un patrimonio excesivo en relación con los sueldos recibidos por sus cargos, sus relaciones peligrosas con poceros y otros individuos de la misma calaña lo que viene a engordar su figura de personaje poco recomendable y su deriva berlusconiana.