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Victoria Mendoza Psicoterapeuta

«Candil de la calle y oscuridad de su casa»

La experiencia me dice que España ha sido en muchas ocasiones «candil de la calle, oscuridad en su casa», intentando hacer justicia y enseñar a nuestros países cómo ser benévolos y justos. cómo aplicar los derechos humanos

Al leer una noticia que decía «el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, ha llegado a Cuba con el objetivo declarado de `acompañar' el proceso de diálogo abierto entre la Iglesia y el Estado y ayudar a la excarcelación de los presos políticos», imagine que su actuación entre otras cosas estaría motivada por razones obvias sobre los derechos humanos. Por eso mismo quisiera creer que habrá regresado totalmente motivado para empezar a mover piezas en el Estado para acompañar un proceso de diálogo entre las partes políticas, sociales e institucionales que deban intervenir para resolver la situación con los presos políticos vascos, dispersados a lo largo de toda la geografía española y francesa. Puesto que, sin lugar a dudas, esto es una conculcación, falta, negación y anulación de los derechos humanos básicos de estas personas. Cabe recordar que hay muchos presos que ya han cumplido su condena, muchos que están sin las debidas atenciones médicas y muchos otros que presentan diferentes y algunos graves problemas de salud, sin esperanza de que se les deje salir, o de que se les acerque a sus sitios de origen, donde puedan tener el acompañamiento de sus seres queridos.

La experiencia me dice que España ha sido en muchas ocasiones «candil de la calle, oscuridad en su casa», intentando hacer justicia y enseñar a nuestros países cómo ser benévolos y justos. cómo aplicar los derechos humanos. Incluso algunas veces pretende explicar cómo manejar la economía y cómo resolver una crisis, mientras aquí aumenta el desempleo y se agrava la crisis económica. Cada día se pisotean y conculcan los derechos de la mayoría de ciudadanos.

Y toda esta hipocresía política no hace más que aumentar la desconfianza hacía nuestros políticos y hacia lo que significa hacer política, ya que cada vez creemos menos en sus discursos, sus intenciones y sus promesas. Muchas veces veo que incluso los mismos militantes de algún partido tampoco acaban de creerse lo que les dicen quienes les representan y, algo aún más grave, muchas veces, los propios políticos saben bien que no es verdad todo lo que nos dicen y cuentan.

Y esto me recuerda que uno de los objetivos principales de la terapia cuando ya hemos trabajado muchos de nuestros rasgos neuróticos, cuando hemos admitido la parte de responsabilidad de nuestros errores y fracasos, cuando entendemos y comprendemos lo que estamos haciendo mal y cómo debemos de empezar a actuar con inteligencia emocional... cuando alcanzamos ese punto en la terapia comenzamos a ver que nuestros actos y nuestras vidas recuperan y desarrollan una gran coherencia entre lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos.

Y esta falta de coherencia política es lo que delata y desenmascara a cualquier político; es que lo que dice ni es cierto ni tiene que nada con la realidad que la gran mayoría estamos viviendo, eso es lo que les descubre como nefastos, malos y mediocres políticos. Por lo que les invito a hacerse una buena introspección política y una buena terapia social.

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