GARA > Idatzia > Kultura

El estudio mallorquín de Joan Miró se instala este verano en Donostia

«Yo trabajo como un jardinero», solía decir Joan Miró (1893-1983). La tierra en la que cultivaba, por seguir con su metáfora, se nutría del sol y la luz de Mallorca, la isla en la que instaló el estudio donde trabajaría las últimas tres décadas de su vida. En Mallorca se encuentra también la fundación que gestiona el legado de este genio catalán, de trazos, colores y universo tan personal, y que «desembarca» en Donostia con la gran exposición de este verano.

p040_f01_199x103.jpg

Amaia EREÑAGA | DONOSTIA

La sala Kubo-Kutxa, situada en el cubo pequeño del Kursaal, acoge a partir de hoy y hasta el mes de octubre una de las exposiciones más atractivas de este verano y que probablemente más espectadores atraerá, porque Joan Miró es mucho Miró. Una importante representación de la obra de este creador, uno de los más grandes del siglo XX, se muestra en «Miró. Poesía y luz», la exposición que pone la guinda en el pastel de las conmemoraciones del décimo aniversario de la sala.

Barcelona y Mallorca son las ciudades sobre las que pivota la obra de Joan Miró; o, al menos, su memoria. La Fundación Joan Miró de Barcelona, situada en las laderas de Monjuïc y creada por el propio pintor para garantizar que sus obras estuviesen siempre al alcance del gran público, guarda sus trabajos más representativos. Pero los que «custodia» en Mallorca la Fundació Pilar i Joan Miró nos muestran a un Miró más íntimo, ya que el núcleo de partida es el estudio en el que trabajó Miró entre 1956 y 1983, hasta su muerte.

Longevo y creador

Ambos edificios, el de Barcelona y el de Mallorca, fueron contruidos por el arquitecto Josep Lluís Sert, amigo personal del longevo pintor. La de Mallorca «fue la etapa más libre, en la que abrió los caminos artísticos del siglo XXI», apuntaba ayer Nanda Ramón, representante de la fundación mallorquina. Cuando era un niño, Joan Miró pasaba los veranos en la isla, de donde procedía su familia. Aquella luz y aquella tierra le enamoraron, aunque no pudo cumplir su deseo de instalarse allí hasta cumplir los sesenta, pero no para retirarse, sino para crear. La demostración: dos terracotas expuestas en Donostia, con dos bocas «sacadas» con fuerza con los dedos, y que Miró esculpió casi a los 90 años.

La exposición donostiarra, comisariada por María Luisa Lax, incluye 140 obras y está estructurada en tres partes, donde se despliegan todo tipo de formatos y de soportes. Junto a la entrada se ubica lo que podría definirse como el Miró musical o teatral. Presidido por la primera obra que se conserva de él -un óleo de 1908 que este amante del reciclaje creativo reutilizó en 1960 y había permanecido oculto durante veinte años-, a su alrededor hay testimonios de su relación con compositores como John Cage y Stockhausen. Aunque aquí lo más llamativo es el «Ubú rey», el surrealista y grotesco personaje creado para el teatro por Alfred Jarry y por el que Miró tenía auténtica fijación, porque, para este republicano, Ubú era Franco, un tirano innoble, pequeño y zopenco.

En la zona superior de la sala se concentran los bocetos y documentos preparatorios de sus proyectos públicos, una de las facetas más importantes de este creador, que realizó murales como el de Naciones Unidas en Nueva York. Y en la sala principal se despliegan sus lienzos más grandes y representativos, con esculturas intercaladas, un paseo repleto de referencias al expresionismo abstracto y al movimiento dadaista, aunque Miró bebió de todo tipo de referencias. Está Gaudí, también el arte prehistórico -manos negras sobre el lienzo-, está también el action paiting de Jackson Pollock -con el que trabajó en Nueva York-, también la influencia oriental producto de su viaje a Japón... pero, sobre todo está el universo personal de Miró: sus paisajes, las constelaciones, las mujeres, los oiseaux....

Por cierto, que se reproduce también su estudio, del que se han traído algunos objetos, y que tiene un aire anárquico. «Trabajaba con varias obras a la vez», explicaba la comisaria. Cuando no le «hablaba» una cogía otra, y «algunas las hizo a lo largo de toda una década».

VISITA DE MONEO

Rafael Moneo, de visita en Donostia para revisar las obras de la parroquia de Riberas de Loiola, aprovechaba ayer para pasarse por la exposición. El arquitecto navarro es autor del edificio que alberga la sede de la Fundación Pilar i Joan Miró.

ANIVERSARIO

La Kutxa ha «tirado la casa por la ventana» con esta exposición, como afirmaba ayer Mikel Irizar, no en vano la sala expositiva que esta entidad financiera mantiene en el Kursaal celebra este año su décimo aniversario.

Ficha

Exposición:

«Miró. Poesía y luz».

Lugar: Sala Kubo-Kutxa (Donostia).

Fechas: Desde hoy hasta el 12 de octubre.

Actividades paralelas: Talleres para jóvenes y familias los sábados, martes y miércoles.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo