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La intifada de las piedras ha cumplido ya un mes en la Cachemira ocupada

Miles de jóvenes escupen piedras de odio frente a las mortíferas balas indias -18 manifestantes muertos- en las calles de la Cachemira ocupada. India acusa a Pakistán de estar tras el levantamiento. Políticos locales que colaboran con los ocupantes achacan la situación a la falta de expectativas de la juventud. Y no falta quien alerta de que la situación puede desembocar en una rebelión general similar a la registrada hace veinte años.

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Izhar WANI

(AFP)

Desde hace seis semanas, miles de jóvenes como Amjad Jan (nombre ficticio), de 17 años, salen a las calles de Srinagar y de otras ciudades y pueblos de la Cachemira ocupada por India y se enfrentan con piedras a policías y soldados. Son escenas que se repiten día a día y que recuerdan a las dos intifadas palestinas.

Una oleada de ira y odio se ha ido propagando por todo el enclave, de mayoría musulmana, desde la muerte a principios de junio de un estudiante de secundaria a manos de la Policía durante la celebración de una manifestación independentista en la capital estival del país.

Las posteriores protestas han sido reprimidas a sangre y fuego por el Gobierno indio, que decidió enviar al Ejército, y se han saldado con la muerte de otros 17 jóvenes, lo que ha encendido todas las alarmas de los observadores internacionales, que alertan del riesgo de levantamiento general de la población cachemir, estimada en 12 millones de habitantes.

«Lanzo piedras para, de alguna manera, poder mostrar mi ira y mi odio contra el estado actual de las cosas», explica Amjad Jan en nombre de muchos de sus compañeros. Es hijo de un empleado del Gobierno local que desaprueba su actitud. En jeans y camiseta y con el pelo engominado peinado hacia atrás como las estrellas de las películas de Bollywood, dice no ser un musulmán particularmente practicante. No obstante, Jan se une estos días a la oración de los viernes sólo para poder acudir a las protestas que se están desarrollando contra el Gobierno indio.

Desde el año 1989, esta región himalaya es el escenario de una intensa rebelión contra las autoridades de Nueva Delhi que ha causado ya más de 47.000 muertes. En 2004, se inició un proceso de paz entre India y Pakistán. Jan nació durante la insurrección, como la mayoría de los manifestantes, casi todos menores de 20 años. Como ellos, sólo ha conocido la violencia y en ella ha crecido. Actualmente, utiliza redes sociales como Facebook o YouTube para dar a conocer la lucha que llevan a cabo.

«Facebook y YouTube, entre otros instrumentos, nos son realmente útiles. Estas plataformas nos proporcionan la oportunidad de comunicar al mundo entero nuestras aspiraciones y frustraciones», comenta Showket Ahmed, de 24 años. Este joven, como tantos otros, utiliza la tecnología para dar a conocer todo aquello que de otra manera no llegaría a nuestros oídos. Showket toma imágenes con su teléfono móvil de los acontecimientos que se van sucediendo para descargarlos inmediatamente en las diferentes redes sociales.

Un pueblo dividido

Cachemira está dividida entre tres estados: India, Pakistán y China. El control de la región ha sido la causa de dos de las tres guerras que han estallado entre Nueva Delhi e Islamabad tras la Partición, en el año 1947, que siguió a la proclamación de independencia respecto al Imperio Británico.

Los partidos pro-indios reclaman simplemente una autonomía para el enclave frente a la mayoría independentista. Dentro de esta última hay grupos islamistas que se mueven entre la independencia y la idea de la anexión a Pakistán.

Nueva Delhi insiste en identificar la mano de Islamabad tras las recientes protestas. Por su parte, los líderes políticos locales colaboracionistas alertan de que la desesperación de la juventud respecto a su futuro puede servir de gasolina para prender el fuego; los datos oficiales elevan a 400.000 la cifra de jóvenes en paro en la Cachemira ocupada, lo que hace crecer la desesperación.

«Militarmente hablando, la seguridad interior está bajo control. Ahora tenemos que gestionar las cosas más allá de lo militar; es decir, políticamente», señaló en una reciente entrevista al diario «Times of India» el comandante general del Ejército Indio, V.K. Singh.

Mientras, los jóvenes siguen peleando y mostrando su odio lanzando piedras en las calles de Srinagar. Javed Mir, otrora dirigente de la guerrilla independentista, advierte de que la respuesta represiva de Nueva Delhi -que ha enviado el Ejército para imponer el estado de excepción- podría provocar el estallido de una nueva rebelión a la que podrían sumarse las nuevas generaciones de cachemires.

Miles de jóvenes y no tan jóvenes desafían los toques de queda y, para hacer que su voz se escuche, salen a la calle con antorchas manifestándose contra el Estado opresor. De día y de noche, se escuchan los mismos lemas y se palpa un odio creciente: «India, vete», «Queremos libertad».

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