En las últimas semanas la muerte ha sorprendido en la montaña a personas que realizaban deportes tan diversos como alpinismo, barranquismo, montañismo... Sin embargo, parece ser que los que tienen mayores posibilidades de sufrir accidentes en el monte son aquellos que caminan por las zonas menos complicadas. De entrada parece un contrasentido, pero se comprende al saber que quienes acceden a la baja y media montaña, en teoría la más amable, son el grupo más numeroso y el más desconocedor del medio por el que anda.

Desorientarse y perderse a causa de la niebla, la lluvia o la nieve; resbalar por neveros (más fácilmente al comienzo de la estación veraniega) o por pendientes de hierba; hacerse esguinces o fracturas, incluso en terrenos poco accidentados, son problemas que se deberían afrontar con una buena actitud previa como es contar con un equipamiento y calzado adecuados, estar prevenido para los cambios meteorológicos...; y ya en el monte, evitando terrenos inseguros y caminando por senderos balizados.

En cuanto a la «meteo», no hay que olvidar que el tiempo puede cambiar rápidamente y que las variaciones de temperatura pueden ser brutales tanto en invierno como en verano. Si consultamos partes meteorológicos específicos de montaña veremos que suelen incluir información sobre la altitud a la que se encuentra la isoterma 0º, de gran ayuda para saber si se pueden producir cambios significativos de tiempo. Si su altura varía de un día para otro podemos esperar que haya variaciones (cuando llega aire frío desciende y, por el contrario, asciende cuando entra aire cálido). Si continúa estable, se mantiene el mismo tipo de tiempo.